sábado, 12 de agosto de 2017

Visual de 360º

Uno de mis primos asegura tener recuerdos de cuando mamaba. Dudo que un cerebro tan inmaduro esté preparado para conservar en la memoria algo fuera de lo imprescindiblemente necesario para la subsistencia. Pero ninguno de los que conocemos bien a mi primo, ponemos en duda ese recuerdo porque para él es algo agradable y, por los muchos detalles que da, algo incestuoso. 

Esta mañana en el supermercado había cola, una extraña excepción para la primera hora de un sábado de agosto. Una señora con un carro atestado, un señor al que llaman en el barrio Gargamel, yo y una mujer joven con un bebé en un cochecito. El bebé tenía la belleza, o fealdad, según los ojos del observador, de un animal recién nacido. Durante el tiempo que recorrí los pasillos del supermercado, la banda sonora fue el llanto desconsolado del niño. De repente se hizo el silencio y eso me hizo girar la cabeza. El bebé estaba conectado al pecho de su madre y chupaba mu-mu-mu-mu... Yo bloqueaba la visión de la madre e hijo al señor Gargamel, porque es retaco. Se esforzó por mirar detrás de mí. Algo tan inocente como una madre dando de mamar a su hijo lo enfureció. Farfulló un: descarada. Hasta que fue atendido, el hombre cada minuto se esforzaba por mirar detrás de mí y negaba. Cuando se fue la cajera le pidió a la madre que no le hiciera caso. Hace pocos días el mismo hombre y en el mismo lugar, criticó a un chaval por llevar coleta, dijo que era muy femenino. La novia del chaval estaba presente y estuvo a punto de arañar la cara del señor Gargamel, sólo el insultado pudo evitarlo. 

Maternidad - Picasso

viernes, 11 de agosto de 2017

La herida del silencio

Cuando era pequeña, mi hermano mediano me enseñó que para cabrear a mi hermano mayor sólo tenía que repetir una y otra vez: Niño al agua. Niño al agua. Se ha caído un niño al agua.... La frase la había sacado de una película (no sé cuál), y la verdad es que resultaba efectivo. Antes de poder repetir por tercera vez aquellas palabras, ya estaba bocabajo, cogida por los tobillos. 

En mi anterior piso, sobre todo en los meses de verano, de 6 a 8 de la tarde, recordaba constantemente aquella frase porque un chaval de los alrededores ensayaba con su tuba una y otra vez, repitiendo la melodía difícilmente reconocible de la Guerra de las Galaxias. 


Hace un rato he dejado el trabajo que estoy haciendo porque fuera se escuchaba música (son las seis). Parecía un disco de Paco de Lucía o de algún otro guitarrista muy bueno de flamenco. La música ha cesado, se ha escuchado un carraspeo, y reanudado con una voz femenina que susurraba una canción muy bajita, Ha durado muy poco. Un: Que te calles, coño, ha devuelto el silencio. 

La rabia

Estoy enfada. 

Estoy enfada con Donald Trump y Kim Jong-un por parecer un par de críos enfurruñados y a punto de estallar. Lo malo es que si lo hacen, quien pierde siempre serán los otros. 

Estoy enfadada conmigo misma porque fantaseo con un dron persiguiendo al dictador norcoreano. Para que no sufra su pueblo, la única solución que se me ocurre es su prematura desaparición. Sin líder, el pueblo recién destetado aceptará sin perjuicios el amparo de Corea del Sur, una unificación pacífica. 

Estoy enfadada con el Ayuntamiento de Granada porque pretenden dar la granada de oro a dos figuras religiosas. Puestos a reconocerles méritos a objetos, podrían dárselas a los leones de la Alhambra, en recuerdo a las manos que los labró y a las muchas que los han restaurado. 

Estoy enfadada con los técnicos de la luz porque la semana pasada vinieron al barrio a interrumpir una conexión ilegal que alimentaba una plantación de maría y durante tres horas esas plantas fueran las únicas que disfrutaron de iluminación artificial. 

Estoy enfadada con el cariño excesivo que demuestran políticos y nacionalistas por Cataluña. Tanto cariño va a terminar destruyéndola. 

Estoy enfadada con la periodista de El País que, al relatar la noticia de la detención del corredor que empuja a una mujer y al caer al suelo está a punto de ser atropellada por un autobús, afirma que la mujer había invadido el camino del corredor cuando, sobre todo en las imágenes a cámara lenta, se comprueba que el hombre va a buscarla intencionadamente, estándo aún a varios metros de distancia, sigue corriendo sin mirar y vuelve a su trayectoria. 

Seguramente estaré enfadada por más cosas, pero en este momento no me apetece recordar. 

También debería estar enfadada con Guille por haberme destrozado la comodidad y monotonía hasta extremos inimaginables; pero sólo estoy enfadada por no poder enfadarme con él: al final a quien más se le fastidió la vida fue a él. 

jueves, 10 de agosto de 2017

No conozcas a tus héroes

Intento acomodarme en el ciberespacio. Me gusta entrar en foros, encontrar a gente que opina, piensa, discrepa, discute... El blog de Antonio Muñoz Molina estaba muy bien, pero el nivel intelectual de quienes entran en él es muy elevado; hasta escriben libros y se los editan con prólogo del propio AMM. Prefiero no recapacitar y darme cuenta las veces que habré hecho el ridículo en esa página. ¡Qué vergüenza!

He encontrado una página (ya la mencioné días atrás). El anfitrión de la página es un personaje imposible de respetar. Un engañabobos movido, supongo, por la golosina del dinero fácil. Al parecer lo llaman para explicar su teoría de migración de terremotos en la televisión chilena. 

Pero sus acólitos son asombrosos. Necesitan que se les engañen. Aceptan cualquier majadería con tal se tener la fantasía de ser advertidos antes de un sismo grande. Y si les adviertes de las muchas contradicciones que tiene la teoría de ese señor, se enfadan e insultan. Es un placebo que necesitan tomar para su tranquilidad. ¿Quién no haría lo mismo en su situación?



Shhhhhh, no les rompamos su burbuja de tranquilidad. 

Pero, un ápice de sentido crítico con la teoría de Aroldo Maciel. Su último "parte", basado en los terremotos que sufrieron en China hace tres días.

Fuerte temblor en China y sus posibles migraciones. 

El pasado martes (8/8) por la tarde, un temblor de 6.5 grados en la escala de Richter ocurrió en el sur de China. Al atardecer, otro evento similar, pero un poco menos intenso, parece haber señalado su posible ruta. Una sacudida de 6.3 grados ha seguido y puede darnos la idea de lo que está por venir.

Uno de los terremotos se produjo en Gansú a las 13:19 UTC, el otro en Xinjiang a las 23:27.

El evento de China parece estar migrando hacia la región norte hacia Europa y por lo que indican las nuevas incidencias, el intervalo de tiempo entre los eventos tiene una velocidad aproximada de 300 km por hora. Esto puede significar una nueva ola de terremotos moderados para aquella región de Europa desde las 36 horas hasta los próximos 3 días. 

¿De dónde sacará la conclusión de la velocidad a la que se trasladan los terremotos? La distancia de Gansú a Xinjiang es de 2.000 km. La diferencia de horas de los sismos, 10. De haber sacado alguna relación matemática, debería ser 200 Km/h. 

En 36 horas, a 300 Km, se recorrería una distancia de 10.800 Km. En tres días, 21.600 km. A no ser que los terremotos también se echen una siesta antes de seguir su camino, en 36 horas, ya estaría fuera de Europa.

"Aquella región de Europa" ¿Mala redacción o ignorancia completa al considerar que China está en Europa?

Otra área que puede ser impactada es Europa, podría ser cercanías en el Mediterráneo en general, sobre todo Turquía y Grecia, ha sido escenario de acontecimientos moderados. Si la probabilidad mencionada se confirma, podemos tener nuevas noticias de temblores de moderados a destructivos para aquella región ya en los próximos días.

Lo raro sería decir que esa zona va a estar inactiva y acertar.

Esto deja a Chile o Argentina un poco más tranquilo, ya que la gran duda era si ese evento migraría hacia esa parte del mundo o no. Aparentemente, no será esta vez. 

Lo escrito a cursiva es origen y culpa de Aroldo Maciel. Ignorancia geográfica, ignorancia matemática, ignorancia de cómo se producen los terremotos, una teoría que no acierta ni por casualidad... y a ese tipo lo llevan a la televisión. 

Los datos matemáticos me los ha conseguido la prima de mi sobrina, de 8 años. Ha suspendido matemáticas y, aunque no tiene que recuperar la asignatura, entre todos le echamos una mano para que tenga un buen nivel para el siguiente curso. Se ha quedado un poco acongojada al descubrir que el radio de la Tierra tiene 6.378 km. El coche nuevo de su papi ya ha recorrido el doble.

La respuesta está en el viento

Aprendí a montar en bicicleta en una enorme explanada delante de los hangares de los helicópteros. Sólo había un obstáculo, un palo con una manga de viento colgada en su cúspide como si fuera una bandera. A pesar de los muchos metros cuadrados libres que tenía a mi alrededor, mi única meta parecía ser chocarme contra aquella asta. 

Creo que a lo largo de mi vida, mi objetivo siempre ha sido el mismo: chocarme contra los obstáculos.

Aún hoy, a pesar del tiempo transcurrido desde que dejé el colegio, los miércoles me producen una extraña sensación de desasosiego y angustia. Los miércoles se podían considerar como las lejanas puertas del fin de semana, la promesa de que las clases se acabarían pronto y volvería a casa. Pero los miércoles a primera hora tocaba lengua y eso era aterrador. Mis dictados rara vez no parecían un mar de sangre por las faltas de ortografía y mientras mis compañeras se deslizaban con la facilidad de patinadoras por los textos escritos, yo tenía que triturar y deglutir cada una de aquellas palabras. 

Mickey moscardea a mi alrededor cuando escribo algo, aunque sólo sea la lista de la compra. Me corrige, intenta enseñarme. Dice que mi escritura se semejante a los trajes de Agatha Ruiz de la Prada, y que debo aspirar al blanco absoluto. Me quejo. Si me obliga a esforzarme, ya no será divertido escribir y volveré a los dictados. 

¿Cómo he acabado con él? Es como si otra vez me hubiera chocado con la bici contra el palo de la manga del viento. 

martes, 8 de agosto de 2017

El lado oscuro

¿Cuándo lo harán? Hace tiempo que llevo preguntándome cuándo llegará una ley que regule el uso, diseño y compra de drones en nuestro país. Seguro que será demasiado tarde, después de que uno de esos chismes provoque un accidente y mueran las 200 personas de un avión. 

Hoy un dron ha impedido el aterrizaje de dos aviones en el aeropuerto de Lisboa. Tal vez no deberían dar esa noticia. De repente imagino a un puñado de imitadores aplaudiendo como focas amaestradas (que me perdonen las focas) eufóricos por la trastada que han hecho, sin querer ser conscientes de las vidas que han puesto en peligro ni de las molestias que han causado a un montón de personas. 

Existen más razones por las que en un aeropuerto se puede colar un dron. Por alguna razón dan cursos de aprendizaje de vuelos de drones junto a aeropuertos (algo que parece una insensatez). Si estás aprendiendo la izquierda se puede convertir en derecha y colar el aparato no se debe. Y el compañero de Guille, que es muy bueno para encontrar lo peor de lo malo, pensaba que los drones podrían servir para burlar las aduanas. Objetos y sustancias prohibidas que entran y salen de las bodegas de los aviones sin ningún control, sólo con el beneplácito remunerado de algún encargado. 

En la mente retorcida del colega de Guille se escondían cientos de usos de dudosa legalidad, o de clara ilegalidad. Están tardando en limitar el uso de esos aparentes juguetitos inofensivos. 

El buen trabajador

Dale limosna mujer 
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada

Francisco de Asis de Icaza

Al otro lado del parque al que da mi balcón, hay un supermercado, no muy grande, el típico de barrio. Y como casi todos los supermercados, tiene su pedigüeño. Es un hombre muy flaco y renegrido por el sol, rumano, probablemente. Lo he visto hablar con algunas mujeres de esa nacionalidad. Es fácil distinguirlas porque suelen ir uniformadas, con sus faldas largas de colores brillantes y un pañuelo cubriéndoles la cabeza. El hombre llega una hora después de abrir el supermercado, esgrimiendo una muleta como si fuera una lanza. No la necesita. Camina desgarbado porque es muy flaco y las articulaciones parecen a punto de quebrársele, pero sin dificultad. La muleta es parte de su atrezo. La deja junto a él, en el suelo donde se sienta sobre un montón de cartones que los del supermercado suelen abandonar fuera del contenedor de papel porque siempre está lleno. A ratos enseña un hombro en el que tiene un costurón antiguo, casi mimetizado con la piel. 

Lo observo. Pasan diez personas y ninguna le echa monedas en su vaso de plástico. En diez minutos, lo que tardo en beberme un vaso de zumo que termina recalentado en mi mano, sólo recibe dos limosnas. Si la cantidad es proporcional a lo que tarda en borrarse de su rostro la sonrisa que les dedica, sospecho que sólo le habrán dado unos céntimos. 

Pasa el tiempo. Llega el mediodía y mientras hablo con mi madre por teléfono, me asomo de nuevo. Los rayos verticales del sol se han engullido la sombra que lo resguardaba, pero parece inmune al calor y a la pestilencia de los contenedores de basura que tiene muy cerca de él. Una mujer que sale del supermercado no le ofrece dinero, le da una lata de Coca-cola. El hombre la agradece inclinando la cabeza. La engulle sin apartar los labios de la lata, sin tregua, de un interminable sorbo. Tres personas más echan dinero en el vaso. Una mujer no suelta monedas pero sí le da la tabarra durante un rato. El hombre le enseña la cicatriz del hombro y la muleta. Será un alma caritativa que quiere hacerle comprender que debe buscar un trabajo decente. 

¿Cuánto sacará al día? Desde la mesa de trabajo lo veo. Giro la cabeza hacia la derecha de vez en cuando. En toda la mañana creo que no se ha levantado ni una vez. Desaparece en cuanto las chicas del supermercado salen para bajar la persiana metálica a las dos y media. Se aleja arrastrando la muleta, sujetándola con la axila, y enseñándole a la gente con la que se cruza en el camino su vaso de plástico. Mañana volverá a fichar a la misma hora.

domingo, 6 de agosto de 2017

La ira

Vivo rodeada de un montón de personas furibundas a las que les gusta demostrar a pleno pulmón lo enfadadas que están, sobre todo después del anochecer. Ayer, cuando apenas había conseguido dormirme, desperté por el llanto de una mujer ; era semejante al maullido de un gato. Mi subconsciente es selectivo. Los gritos previos me permitieron seguir durmiendo sin problema, aunque asegura Mickey que eran como un matadero donde desollan vivos a los animales. Nuestro vecinos de arriban se peleaban. Los conocemos. La mujer tiene una voz muy dulce, de niña pequeña, tan melosa por su timbre agudo que dan ganas de taparle la boca cuando, encima,  habla utilizando una retahíla de diminutivos. Peleaban por algo del pasado. La mujer aseguraba que Pablito, el hijo mayor de la pareja, padece asma porque la familia del marido la obligó a limpiar todo un remolque de panochas cuando estaba embarazada de 8 meses. La mujer lloraba por la adolescente boba e ingenua que fue, incapaz de defenderse a sí misma. La mujer hace ruiditos al caminar. La hemos visto un par de veces en la calle y a cada paso que da sus muslos suenan: ras-ras-ras... como los muebles oxidados de un colchón bajo una pareja de amantes fornicando. Supongo que llevará algún tipo de prenda de tortura que aprisiona sus carnes, sofocándola. Del marido, exceptuando que es anodino y está casado con esa extraña mujer, no se puede decir nada. 

Al rato, aunque me dio la sensación de haber simplemente pestañeado, volví a despertar por otra bronca. Una abuela llamaba puta a la madre de su nieta y a la propia nieta, asegurándole que si se quedaba preñada ella no cuidaría del bebé. La nieta bisbiseaba hasta que la persistencia de la abuela le hizo perder los nervios: Coño, Yaya, que he estado en Bérchules con papá. Pregúntale a él. Funcionó, se hizo el silencio durante un rato, hasta que amaneció y dos hombres jóvenes discutían por ver quién iba a utilizar el baño antes. La luz del día fue un antídoto para la rabia: todos se callaron. 

miércoles, 2 de agosto de 2017

El dulce despertar

Toda la ciudad parece estar de vacaciones. Son las ocho, pero el único ruido fuera es el de los pájaros escondidos en los árboles. Es la única época del año en la que no resulta imposible aparcar, también es la única época del año en la que debes caminar más de diez minutos para encontrar un bar abierto. Casi todos tienen un cartel con Cerrado por Vacaciones

Hoy no me han despertado los pájaros, ni la sirena de un coche policía de la comisaría que tengo cerca de casa, tampoco los pitidos de quien sale de la cochera y se anuncia para evitar atropellar a alguien en la acera, ni siquiera el camión que recoge los contenedores de una obra interminable en este mismo bloque. Hoy me ha despertado la música de El Hombre de la Mancha. Tango más de 2.000 discos compactos, y entre todos ellos es el que Mickey ha escogido para escuchar mientras prepara el desayuno. ¿Cómo es posible que me hubiera olvidado de esa música? 


No hay lugar para la ciencia

Mis pensamientos migran, como los terremotos de un tal Aroldo Maciel. Científico putativo, con supuestos estudios en una universidad de Brasil y ortografía digna de un papagayo sin amaestrar, que asegura tener un método científico, con ecuaciones matemáticas (eso lo hace parecer muy serio), que le sirve para predecir los terremotos (¿qué diablos harán los japoneses que no lo han contratado?). Trabaja, al parecer, en Chile, y hasta lo entrevistan en las televisiones de ese país (¡!). 

Suele meterse mucho con los sismólogos profesionales porque piensa que asustan a las personas por decir que en cualquier momento puede haber un terremoto importante en Chile. Algo que es verdad: que las personas se asustan y que se puede producir (negarlo no lo va a evitar). Pensé que ese tipo era beneficioso porque el sector que lo cree, puede dormir tranquilo. 

Vi por encima su método, y comprendí lo que hacía. 


Pone un mapa de una zona, pronostica un terremoto en una zona inferior a la del mapa y si el burro hace sonar la flauta y hay un terremoto, aunque sea mucho más abajo de lo indicado por él, se lo adjudica: es que el terremoto migró hacia el sur. Y si al día siguiente o ese mismo día hay más terremotos de igual o superior intensidad, asegura que lo sabía, pero que pensaba que era un reflejo del terremoto que ya predijo. 

No me gustó que pronosticara sismos superiores a grado cinco porque esos ya son peligrosos y su labor de tranquilizar se convierte en todo lo contrario, una absurda alarma para sus seguidores que viven en esa zona.

Entré en su Instagram y se me ocurrió pronosticar cuatro terremotos (todos pequeños y basados en la estadística). No erré ni uno, pero no puedo demostrar mi acierto porque me baneó. Algo completamente innecesario, inútil e infantil. Lo ha vuelto a hacer cinco veces. He descubierto que no hay que preguntar por su método científico, ni por intentar conseguir algún artículo escrito por él, ni hablar de páginas webs de estadísticas de terremotos, ni de escribir las palabras aceleración sísmicas ni viviendas sismorresistentes. Sólo acepta palmeros que lo bendigan a Dios y le den las gracias por sus pronósticos, si es posible, con una retahíla de faltas de ortografía.

Esta noche ha demostrado su poco sentido común pronosticando un terremoto de intensidad superior a 6 en el sur de Chile. ¿Sentirá remordimientos de conciencia si alguien se hiere o muere por pensar que un pequeño sismos (Chile tiembla constantemente) es de gran intensidad por culpa de sus pronósticos sin fundamento? 


Las salas del eco

Mi primo Nicolás comenzó a perder pelo desde muy joven. Ahora su cabeza luce como una enorme y bonita bola de billar. Brilla. Su calva le da encanto, pero él se obstina en volver a tener pelo. Creo que ha probado todos los remedios existente en las farmacias, parafarmacias y herboristerías. Todos esos remedios suelen asegurar que son eficaces en un 99% de los casos, pero él siempre tiene la mala suerte de estar en el 1% de los fracasos. Yo le digo que se fije en actores como Bruce Willis. Se gana la vida con su imagen, tiene todo el dinero inimaginable para gastar en retoques de estética y, sin embargo, está tan calvo como él. Por desgracia los deseos de mi primo son superiores a su sentido común. 

A mi cuñada le ocurre lo mismo pero con los remedios adelgazantes. El último que tomó eran unas pastillas que, aseguraban que para ser eficaces, la paciente debía tomar tres vasos de agua antes de cada comida. También le aconsejaba una dieta semanal que, diariamente, no superaba las 1.000 calorías. Seguro que con esa dieta, si suprime las pastillas, adelgazará más rápido porque a la fuerza las pastillas le aportarán alguna caloría. 

Mientras esperaba en la peluquería a que me tocara el turno, leí un artículo en una de esas revistas que suelen acompañar a los periódicos los fines de semana. Los médicos solicitan que en las farmacias no se vendan productos homeópatas. Espero que consigan su propósito, si no lo han hecho ya. Y que de paso, se deshagan del montón de remedios que son más promesas que realidades. Si lo hicieran, las farmacias se convertirían en salas vacías llenas de eco. 

martes, 1 de agosto de 2017

Piñata

En los días de la patrona del ejército del aire, en el destacamento donde vivía, los soldados hacían celebraciones y juegos. En el que más me divertía, los soldados colgaban de una cuerda un montón de botijos llenos de harina, azulete, agua o incluso lentejas, y, con los ojos vendados, debían romperlos. En el interior había un papel indicando un premio o un castigo. Dinero, bebida, consumiciones gratis en la cantina o dar un porrón de vueltas corriendo a la plaza de armas (inclinaciones sádicas por estar encerrados en el culo del mundo). 

Aquel juego les sirvió a mis hermanos de inspiración para encontrar una forma de librarme del estrés. Si me veían nerviosa, cualquier trasto viejo, un martillo, las gafas de moto y, hala, a dar golpes hasta convertir en papilla una lata o un juguete viejo.

Hoy la mañana empezó mal. Nos habíamos reunido un aparejador, el propietario, constructor y yo en una parcela de las afueras de Cúllar para firmar el acta de replanteo de una casita rústica. El propietario debió ver un tutorial de albañilería en Youtube. Pero entre ver hacer algo y hacerlo, existe un abismo. Durante cuarenta y cinco minutos estuvimos mirando un muro de unos cinco metros de largo y dos de altura con hileras de ladrillos que parecían el recorrido de una montaña rusa. El constructor quería 800 € por derribar aquel trocito de obra y el propietario decía que era una locura. El propietario decía que el precio de la vivienda era cerrado y el constructor que en ningún momento se habló de derribos. Ese soniquete duró hasta que el aparejador dejó escapar todo el aire de sus pulmones, cogió una de las picas del replanteo y ¡zas! como si se tratara de un vampiro, se la hincó al muro que cayó al suelo de un solo trozo, sin quebrarse. En el tutorial que vio el propietario no decían que los muros necesitan cimentación ni que el cemento hay que mezclarlo con arena. Durante un buen rato estuvimos dando martillazos y golpes a los ladrillos, hasta que quedaron desmenuzados. Trabajamos todos menos el constructor quien, me parece, nos miraba con envidia porque fue divertido. Hoy la mañana terminó bien.