martes, 25 de julio de 2017

No estamos solos

Poco a poco Mickey me cuela en su mundo. Hoy hemos desayunado con uno de sus amigos, Iván el Terrible. Su sarcasmos es el culpable del apodo. Trabaja de publicista en un importante periódico de Málaga y algo se le debe de haber pegado de la perfección de los modelos a los que se enfrenta porque venía para ver la Alhambra pero parecía arreglado para darse un paseo en uno de los yates de Puerto Banús. 

Es una persona muy contradictoria. Asegura que quería mucho a su padre, pero también que cuando era niño rezaba todas las noches para que se muriera, las razones no nos las ha contado, aunque su verborrea es como una metralleta soltando balas. Da la sensación de que quisiera relatar toda su vida y sus pensamiento más profundos en menos de cinco minutos. 

Sigue rezando, pero ahora quiere que muera su empresa. Está cansado de que lo obliguen a hacer propaganda encubierta, disfrazando de artículos periodísticos lo que es simple publicidad. La novedad de tal supermercado del que todo el mundo habla... suele ser el titular de esos falsos artículos. O La prenda de tal tienda de ropa que vuelve locas a las famosas (prenda que, por lo general, es fea o de un color que no pega con nada). 

Mickey se me adelanta. También él se ha visto obligado a hacer cosas que no son éticas. Aprobar a alguien por ser familia de alguien apegado a sus jefes. Y yo, burlar las normativas para satisfacer las necesidades de algún cliente. 

Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra. 

Al menos, ya no quiere que mueran personas. 

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