jueves, 13 de julio de 2017

El gilipollas que soñaba con cerillas

Los helicópteros sobrevuelan el cielo granadino dirección al cementerio de San José. Los helicópteros me hacen recordar la película Apocalipsis Now. La película a The Doors. El grupo musical a El Jinete Polaco. Disfruté mucho leyendo ese libro. Giro la cabeza y en la mesa de al lado tengo Patria, con el marcador a muy pocas páginas del final. A la mayoría de la gente le ha gustado ese libro. Para mí es como un hueso de pollo atravesado en el gaznate. Los buenos de ese libro son muy buenos y los malos unos amargados por las circunstancias de la vida. Puede que fuera así en realidad; pero algo falla. He conocido militares que pensaban que la solución vasca era una referéndum de autodeterminación y otros que pensaban que debían cerrarles las fronteras y arrojar bidones de gasolina para quemarlos a todos. Mala leche divina, como en Sodoma y Gomorra. 



Otro helicóptero pasa, aunque el periódico dice que el incendio está estabilizado. 

Del incendio me enteré de regreso a Granada. Mi madre me llamó. Mañana ve a visitar la tumba de tu padre. A ver cómo ha dejado el humo el cristal del nicho

Tres focos. Corre un viento tan caliente que reseca el sudor de la piel y la ropa dejando las marcas blancas de la sal. Esta mañana nadie daba los buenos días. Las ocho de la mañana y cuarenta grados. Las dos de la tarde y cuarenta y cinco grados... Un día propicio para provocar incendios. 

Todos los años ocurre lo mismo. En esta ciudad hay un gilipollas con ganas de quemar el bosque de la Alhambra. Quien empieza quemando libros, termina quemando personas. Quien empieza quemando bosques, ¿cómo termina?

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