domingo, 25 de junio de 2017

Montando películas

Él: Fíjate, está casi nuevo.
Ella: Déjalo ahí. No vayas a pillar algo malo. A saber Dios de quién era.
Él: Es como el fórmula 1 de los andadores.
Ella: ¡Qué lo dejes, coño! ¡No voy a permitir que se lo des! Si se entera que lo hemos cogido de la basura, se tira toda la noche llorando del disgusto.
Él: Pero si no se entera ni de que está sentado sobre su propia mierda. Y el que tiene es un trasto. Cualquier día se nos mata porque se le ha descompuesto. Y éste está nuevo, como si nunca lo hubieran utilizado.
Ella: Pues por lo mismo. Seguro que es de alguien que ha muerto. De un viejecillo que se quitaba la dentadura postiza y luego se cogía al andador sin lavarse las manos. ¡Por Dios, qué asco! Déjalo ahí que sólo de pensarlo me dan arcadas.
Él: Lo lavo con lejía y con alcohol. 
Ella: Seguro que estaban esperando a que el pobre hombre muriera para tirar sus cosas. Se deslomaría durante toda la vida trabajando, cualquier cosa a cambio de darle caprichos a sus hijos, para convertirse al final en un estorbo. Anda, vámonos, que me da más tristeza que asco.

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