martes, 14 de febrero de 2017

El amor mata

Hay una telaraña en el techo, en una esquina. No parece habitada. Cuando tengo abierta la ventana el aire la hace temblar. No sé cuánto tiempo lleva ahí. Puede que años. Antes el sofá estaba colocado de otra forma y ese rincón era un punto ciego. El estudio llevaba sin limpiarse semanas, desde finales de año. Llegaba de la obra y caía rendida en el sofá. A veces ni siquiera era capaz de llegar a la cama, simplemente desconectaba y el relente de la madrugada y la baja temperatura, que parecían tener la capacidad de atravesar el vidrio doble de la ventana, me despertaban. 

A principio de mes busqué a la limpiadora que venía antes de la crisis, pero sólo sé su nombre y he sido incapaz de encontrarla. Me gustaba, era muy agradable. Me enseñó a comprender que su trabajo, además del esfuerzo físico, requiere mucha paciencia porque debe lidiar con los inquilinos de los pisos a los que pertenece las escaleras que limpia. Algunos son como animales salvajes incapaces de contener su necesidad de gresca.

En su lugar ha venido una chica que no se decide por cuál es su nombre: María José, Jose, Jo, Pepi... Es tímida, habla poco, casi nada. Cuando no estoy pone música mientras limpia: la he escuchado a través de la puerta. Cuando estoy es muy silenciosa. Su parquedad de palabra es beneficiosa: esconde el hervor que le hace falta. 

Ayer venía con un apósito cubriéndole el cuello. ¿Qué te ha pasado? ¿Algún accidente laboral? Qué va. El regalo por San Valentín de mi novio. Tenía un buen tajo bajo el vendaje, aunque sólo necesitó puntos de mariposa, esos que son como pequeñas tiritas. Junto a la herida, el nombre de Chili tatuado. Pero su novio actual se apoda Macana. Pensó que sería un bonito regalo quitarse el tatuaje. Estaba convencida que podría retirar la piel superficial como si fuera una pegatina. Por fortuna el dolor la detuvo. Se tienta su propio cuello. Me obliga a tocárselo. ¿Sabes que por ahí va una vena gruesa como un dedo que si la cortas te desangras en un minuto? El médico que la curó se lo dijo. 

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