martes, 8 de noviembre de 2016

Que Dios nos coja confesados

Menuda cara debemos de tener en este momento de la madrugada la mayoría de nosotros. Muchos pasos hasta el espejo más cercano y demasiada pereza, para verificar la mía. 


Y ahora, ¿qué? Sería muy cómodo pensar que las elecciones en un país tan lejano no repercute en nuestra vida cotidiana, pero eso sería mentir. Acabamos de salir de la indecisión económica de algunas empresas internacionales para invertir en España debido a la falta de gobierno; esperemos que un extraño efecto mariposa no nos vuelva a meter en el hoyo en el que hemos estado enterrados agonizando.

Por primera vez ruego que un presidente no cumpla con su programa electoral. Sería un lastre para el mundo interactuar con un país tan importante como EEUU con una política social de hace tres cuartos de siglo.

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