domingo, 6 de noviembre de 2016

La Rosaline de Romeo

Aunque lo parezca, el odio no es la antítesis del amor, lo es el olvido y la indiferencia. 

Cuando en el colegio estudiamos Romeo y Julieta -hasta hicimos una pequeña función con la escena del balcón- la profesora de lengua, que debía de tener algún problema profundo con los hombres, la emprendió contra el desdichado Romeo, que había sido capaz de matar y morir por Julieta pero que hasta el momento de conocerla perdía el seso por otra mujer. Me temo que si hubiéramos tenido un compañero masculino haciendo de Romeo, la profesora habría rodeado el cuello del chico con sus manos hasta dejarlo sin respiración. Recuerdo con mucha nitidez aquellas clases por el entusiasmo de la docente. Lástima que no tuviera confianza con ella, sentía, y aún siento, mucha curiosidad por la historia que se deducía de su antipatía por un simple personaje de una obra de teatro. 

Los amigos de Guille están rodeados de satélites: más amigos, mujeres, novias, hijos... Uno de esos satélites era Clara, la mujer de Fernando. Se divorciaron el año pasado. Las razones las desconozco. Desde entonces Clara desapareció de nuestras vidas... hasta esta noche. Llamó a casa. con la excusa de pedirme el número de teléfono de Fernando porque ella lo ha borrado de su memoria y necesita recoger unos documentos que dejó en su casa. Una excusa y sólo una excusa porque Fernando sigue teniendo el mismo número fijo que compartía con ella. ¿Quién puede olvidar su número de teléfono por mucho tiempo que haya pasado? En realidad Clara sólo quería hablar de Fernando, sonsacarme datos de la desdichada vida de su exmarido sin ella. Ha sido complicado mantener esa conversación sin darle a conocer la verdad: hace mucho que Fernando la ha olvidado. Prefiero que sea otro quien la haga sufrir. 

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