sábado, 19 de noviembre de 2016

El glorioso alzamiento de la parodia eclesiástica

La muerte de mi tío Pepe fue un asesinato largamente anunciado. Lo mató una depresión nerviosa en un descuido de mi tía. Se colgó de un gancho de la lámpara utilizando la bufanda roja de su mujer. Mi tío Pepe era un hombre algo arisco, como todos en mi familia, pero también muy buena gente. Aunque fuera beato, de misa dominical y cofrade de la Hermandad de Nuestra Señora de la Fuensanta, dudo que su bondad se debiera al temor a Dios. 

A pesar de los esfuerzos de su mujer, mi tío nunca ha tenido un funeral ni una misa por la salvación de su alma. En los pueblos pequeños se conocen todas las personas y todos los sucesos y los suicidas, al parecer, sin contar con que la mayoría no son dueños de su razón, atentan contra la voluntad de Dios y no tienen derecho a su misericordia. En contradicción, los dictadores asesinos y los golpistas, sí merecen el perdón divino: El arzobispado de Granada dará una misa por Franco y Primo de Rivera

¡Qué asco!

2 comentarios:

  1. La verdad es que asquea el tema.
    Inadmisible que la iglesia no evolucione para entender que nadie se suicida por capricho ni por ofender a dios alguno.
    Menos mal que ya los entierran en los cementerios, porque no hace tantos años que los sepultaban en el exterior o en algún apartado.

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    1. Pensé que la celebración de la misa se iba a ver interrumpida por los antifascistas, pero me equivocaba.

      Al parecer, el Papa Francisco no es tan obcecado como quienes le antecedieron y hasta está dispuesto a conceder el perdón a las mujeres que abortan. Aunque también es muy contradictorio, porque no quiso un diplomático francés gay dentro del Vaticano.

      Me temo que a la Iglesia Católica aún le queda un ancho trecho para ponerse a la altura de sus creyentes. También es posible que desaparezca antes de que eso ocurra.

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