sábado, 8 de octubre de 2016

Negro sobre negro

¿Dónde están los límites del humor? Hace algunos meses Guillermo Zapata se lo preguntó, puso algunos ejemplos y eso le costó su puesto de concejal de cultura en el Ayuntamiento de Madrid. 

No estoy capacitada para discernir dónde se encuentra esa frontera. Mi humor, si existe, es diferente a la de la mayoría. Humoristas como Chiquito de la Calzada o Los Morancos no han conseguido ni siquiera hacerme sonreír, aunque películas de supuesto terror, en las que armarios se abren solos o las sillas forman una pirámide en mitad del salón, me hacen desternillarme de risa. ¿Por qué huyen los habitantes de esas casas en lugar de investigar qué ocurre? ¿Por qué tener miedo de la muerte si tienen ante las narices la evidencia que no todo se acaba al morir? 

¿De qué es lícito que nos riamos y de qué no? Por supuesto, tenemos el derecho de escogerlo cada uno (aunque en el caso de Zapata hayan querido institucionalizarlo y restringirlo). También tenemos derecho a considerar enfermo mental a quien considera que la frase: Otro caso Marta del Castillo, ja, ja, ja... es humor negro. Unas risas al final de una frase desafortunada y cruel no transforma la maldad en humor. 

2 comentarios:

  1. Es lícito reírse, pero no burlarse. "Nada en este mundo es digno de burla" (Machado).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Interesante y resumida conclusión. (Me apodero de ella). Desde el caso Guillermo Zapata he querido descubrir dónde está ese límite.

      Eliminar