miércoles, 20 de enero de 2016

El canto del dinosaurio

Desde principio no me gustó el grupo político Podemos. Me recuerdan a cuando yo tenía 15-16 años. Los ideales sin fundamento saturaban mi cabeza. Estaba convencida que en este mundo sólo existía el negro y el blanco, que las cosas eran de una manera en concreto y que todas las demás eran incorrectas e injustas. Veo los mismos defectos en Podemos. 

Mi antipatía acaba ahí. Incluso creo tener la suficiente ecuanimidad para creer que se fue injusto con Guillermo Zapata al inculparlo la fiscalía de un delito por unos chistes que no fueron de cosecha propia y que tomó sólo para definir los límites del humor. 

Se comprende que los políticos nos caigan más o menos mal, que nos sean indiferentes o antipáticos. Que sus proposiciones nos pongan de los nervios y los creamos estúpidos o tontos. Pero ahí está el límite. 

¿Nuestro límite es el mismo que para los locutores de radio? ¿Estar delante de un micrófono da libertad para soltar barbaridades con completa impunidad? Jiménez Losantos, en su programa de las 7 de la mañana en Esradio (a partir del minuto 17:50), aseguraba hoy: 

Pero, o sea, yo es que veo a Errejón, a la Bescansa, a la Rita Maestre y me sale, me sale... el monte, no el agro, el monte. O sea, si llevo la lupera, disparo. O sea, menos mal que no la llevo.
 

Sin duda, Losantos es un tío como dios manda: intolerante, cruel, estúpido y machista. Espero que la fiscalía actúe en consecuencia.

4 comentarios:

  1. Me molesta que, en lugar de amagos de pactos para conseguir la poltrona de la presidencia del gobierno para determinado señor (todos sabemos quién), no se pongan todos los elegidos a intentar elaborar un programa pactado, con luz y taquígrafos, y con medidas concretas para cada ámbito de la política general, las necesidades sociales y la economía. Los nombres vendrían después de después.

    Ahora más que nunca (y parafraseando a Julio Anguita), "programa, programa y programa". Y en lugar de ello, sólo oímos "persona, persona y persona" (en referencia a ellos, los políticos -sobre todo el señor Sánches, pero incluso los recién llegados-. No los ciudadanos, no el conjunto del pueblo español.

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    1. Parecen una jauría de perros rabiosos peleándose por un hueso. Y ahora, aparentemente, ninguno quiere formar gobierno. Sería cómico si no nos jugáramos tanto.

      A ver si nos ocurre como en Bélgica: sin gobierno es como mejor funciona su economía.

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  2. Creo que todos los excesos son merecedores de idéntica represión legal. No obstante, no es lo mismo el insulto verbal, donde se puede interpretar la espontaneidad como un atenuante, que el escrito, donde la posibilidad de releer y rectificar la barbaridad es más factible. Pero esto lo dice un español lerdo en leyes, supongo que si estuviéramos en el DF o en Sinaloa tal vez alguien nos apostillaría: "Pues quien sabe".

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    1. Pero en este caso es una mala interpretación de lo que supuestamente es humor frente a una amenaza de muerte.

      Yo tampoco entiendo de leyes. Han pasado los días y no ha habido ninguna represalia ni denuncia. Supongo que a este sujeto todos los consideran una especie de Willy Toledo: busca la bronca y los excesos verbales para sobresalir y conseguir que la gente le haga caso. Esperemos que todo continúe igual y haya paz entre políticos y periodistas.

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