miércoles, 6 de mayo de 2015

Sin sorpresas

En West Side Story el dueño del bar donde trabaja Tony comienza a decir: Cuando yo tenía vuestra edad... y uno del grupo de los Jets le espeta: Ustedes nunca tuvieron nuestra edad. Por supuesto se refiere a la generación que les precedieron. Hoy, después de la visita de mi sobrina, esta frase tuvo mucho sentido. Venía a despedirse porque se va diez días a Irlanda con el colegio. Otras veces ha estado más tiempo fuera, y ha estado más lejos. Pero esta ocasión es diferente. Será la primera vez que esté fuera sin la compañía de alguien de la familia. Se sienta ante el ordenador y me enseña con detalle el pueblo al que irán. Muy verde, muy húmedo, muy gris. El manto de nubes parece chocar contra el suelo en un horizonte cercano. Se le ocurre investigar a la familia de acogida, mirando sus perfiles en Internet. Ante las fotografías de las dos hijas de la familia, su nariz se arruga con un gesto fácilmente reconocible de disgusto, como si algo oliera mal. A mí me parecen dos adolescentes normales de 15 y 17 años. Regordetas, rubicundas, de mofletes como manzanas: redondos, rojos y brillantes. Tampoco la casa le parece gustar. La fachada es de piedra y la puerta y ventanas están pintadas de azul chillón. Desde fuera parece una casa grande y las fotografías del interior lo confirman. Su nariz se vuelve a arrugar y le pregunto la razón. Se ha percatado que la hija mayor en todas las fotografías que sale, por lo general en un celebración, lleva una copa en la mano y la menor en la mitad de ellas. Y sobre las mesas de la vivienda hay ceniceros. Manda un correo electrónico a su profesora advirtiéndole para que la cambie.

No, yo nunca tuve su edad. Con sus mismo años también hice un viaje parecido: una semana a Londres. Lo único que nos preocupaba a mis compañeras y a mí, era poder esquivar a las profesoras para irnos de juerga. 

4 comentarios:

  1. Independiente de los cambios de mentalidad, resulta un maravilloso avance social eso de los intercambios. Ya me hubiera gustado a mi, pero cuando viví mi infancia y adolescencia, eran muy pocos los privilegiados que podían salir al extranjero y conocer otras cultura. Salvo, claro está, la triste emigración masiva años antes, como consecuencia de la terrible Guerra Civil. Pero aquello fue un éxodo.

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    1. Por desgracia la historia se repite y muchas personas emigran hoy día por culpa de la crisis. Y no todas vuelven contentas. Mi tío emigró en 1970 - 1980. Volvió con dinero suficiente para pagarse una casa en su pueblo de toda la vida y ahora cobra tres pensiones: una española, otra alemana y otra francesa. Hasta hace poco también cobraba la de su esposa difunta, pero se la han quitado por cobrar más de la cuenta (desconozco esos baremos).

      Mi sobrina está muy feliz en la casa que le han cambiado. Está con una madre divorciada, un hijo de 15 años (que no les hace caso), y con una niña de 14 años (edad de mi sobrina, que se han vuelto inseparables). La familia (están en un pueblo) tienen un cerdo, media docena de gallinas y dos patos; bichos con los que no había tenido contacto hasta ahora. Los críos urbanitas como ella, tienen más fácil ver tigres, delfines, leones marinos, caballos... por los circos, los zoos y los parques acuáticos, pero, paradójicamente, no cerdos y gallinas.

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  2. Para un citadino, la experiencia de vivir en el campo puede ser muy contrastante. Algunos simplemente no se acostumbran el no tener nada al alcance de la mano, otros les fascina precisamente que sus vidas no esté a merced de los demás. Yo jamás viví un intercambio, pero en los pocos viajes que he hecho, la mayoría gracias al trabajo, el cambio de ambiente, siempre trae una especie de "renovación" lo cual es indescriptible, simplemente se siente y se disfruta.

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    1. Al final el pueblo no estaba tan aislado como pensábamos. Tuvo wiki todo el tiempo y nos mandaba constantemente información de qué hacía y con quién estaba. Me parece que nunca hemos estado más informados de lo que ha hecho durante un periodo de tiempo. Me pregunto cómo podían soportarlo los padres antes de la era Internet los viajes de sus retoños. Hasta seguimos online su vuelo de ida y de vuelta.

      Ahora ya resulta complicado por el trabajo, pero antes me encantaba hacer excursiones muy largas. Perderte en la montaña o en una cueva durante días y permanecer aislada del resto del mundo. Como dices, era una completa renovación.

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