miércoles, 18 de marzo de 2015

Sobre padres e hijos

Se suele hablar bien de los muertos, pero ahora que ha dejado este mundo la mujer que estuvo rejuntada con mi abuelo paterno los últimos años de su vida, no hay quien lo recuerde con cariño. La única mención positiva que le dedica mi madre, es a su aspecto físico. Recuerda que tenía muy buena planta, gallardo; un macho, macho. Por eso tenía éxito con las mujeres: hembra que se le antojaba, hembra que conseguía. Con mi abuelo paterno las palabras que utilizan casi todos, creo que inconscientemente, son ésas: más propias para definir a animales que a personas, como si con el lenguaje quisieran desposeerlo de toda humanidad. Yo lo vi pocas veces. Sólo recuerdo una. Seguramente me estuvo contando historias. No existe otra explicación para que me quedara quieta y a su lado durante horas bajo el sol. Pillé una insolación y al día siguiente la morera que se veía desde la ventana de mi dormitorio se llenó de pitufos rosas. Soy incapaz de describir su rostro. Llevaba un panamá con una cinta gris, es lo único que me ha quedado de él en la memoria, como si el sombrero se hubiera adueñado de toda mi atención ignorando el resto. 

Dicen que padres maltratadores originan hijos maltratadores. En el caso de mi padre y mis tíos ocurrió todo lo contrario: nadie, de quienes conocieron a mi abuelo, comprenden cómo sus hijos han podido aprender a querer tanto a su progenie. Es un cariño sosegado, lleno de pequeños detalles, como el orgullo con el que cuentan un logro, por insignificante que sea, de alguno de sus vástagos; o la capacidad de anteponer la comodidad y el placer de los hijos a la propia. Por fortuna, hasta ahora, ninguno ha tenido que hacer un gran sacrificio para demostrar su cariño. La vida de mi familia es bastante tranquila. 

Hoy me llamó uno de mis tíos. Una llamada protocolaria porque mañana (hoy ya, según el calendario) es el día del padre. Suele hacerlo casi todos los años alrededor de estas fechas. Me proporciona recuerdos y sentimientos (una mezcla de rencor por mi abuelo y ternura por mi padre). Como cuando se jugó con un compañero -y perdió- los servicios de mi padre -aún un niño- para que le limpiara durante meses los herrajes del uniforme con un producto abrasivo que corroía las uñas infantiles o como cuando descubrieron que todos los juguetes que les desaparecían, terminaban en las manos de los hijos de las amantes de mi abuelo. 

2 comentarios:

  1. Pues todavía he escuchado otra palabra mas contundente y popular para el caso: "Arrejuntada":
    Nunca he estado de acuerdo con esa sentencia general de que padres maltratadores general hijos maltratadores. Mi experiencia ha sido casi lo contrario: He conocido padres con carácter violento que han generado hijos pacíficos y de buenos sentimientos.

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    1. Es verdad, arrejuntada suena mucho más, sobre todo por el sur.

      Mi padre y tíos es otro ejemplo contradictorio de que un padre maltratador nacen hijos maltratadores. Aunque mis tíos incluso defienden a su padre. Dicen que es cómo se educaba en la época que ellos eran pequeños: a correazo limpio. Sacabas malas notas, y te ponían el trasero como la cara de Cristo. Hoy día saca malas notas un crío y quien recibe es el profesor.

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