viernes, 3 de octubre de 2014

Llamémosle Tapón

¿Está bien alegrarse del mal ajeno? ¿Es siempre la respuesta a esta pregunta no?

Kim Jong-un, el dictador norcoreano, se ha roto los dos tobillos por culpa de su gula y por su complejo de bajito (está muy gordo y anda con tacones). Es dramático que en un país donde la mayoría de sus ciudadanos está mal alimentada (sobre todo los prisioneros en los campos de trabajo -lavado cerebral, como en la novela 1.984-, a los que se priva de alimento durante días -un prisionero delató a su madre por un plato de arroz-), su dictador sufra obesidad mórbida. 



Esta noticia tiene más peso del que parece. Es raro que una persona con obesidad y alcoholizada sea longeva. ¿Tiene Kim Jong-un los días contados?

Vuelvo a preguntar: ¿está bien alegrarse del mal ajeno?


2 comentarios:

  1. A la pregunta, la respuesta es un absoluto y rotundo NO. alegrarse, aprovecharse del mal ajeno es propio de nuestros instintos más primitivos, de nuestro herencia genética que nos ata a nuestros ancestros más primitivos, más animales, y menos humanos.

    Dicho esto, estoy consciente, que toda persona se alegraría de ver a un dictador caer bajo su propio gran peso, y sus propios e inestables pies, entre los cuales me incluyo. Pensar que pudo haberse convertido en una oportunidad de cambio para los norcoreanos (en un caso más trágico vinculado a la muerte), hubiese sido hasta grato. Lamentablemente, lo que vemos caer, no es más que una simple marioneta, que no es muy agraciado que se diga. Quien maneja los hilos, te aseguro, está muy bien escondido.

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    1. Al parecer el sujeto este sólo está operado de los tobillos para aumentar su altura; al menos, eso insinúa algún periódico surcoreano. Una operación muy extrema para conseguir sólo un par de centímetros. Salía en la película Gatacca. Cortan el hueso, lo unen con un juego de tornillos, los que se van separando poco a poco.

      Lo malo es que tienes razón: en cuanto este dictador muera, saldrá otro igualmente ridículo e igualmente cruel.

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