miércoles, 7 de mayo de 2014

La otra realidad

Creía que para soñar, el durmiente tenía que pasar por varias etapas del sueño y que 20 minutos eran insuficientes para hacerlo; sin embargo, yo suelo despertarme sobresaltada, con imágenes tan claras de la otra realidad que parece esconder mi mente, que tardo en comprender dónde estoy y en sentir alivio al entender que esa situación en la que creo estar sumergida, casi siempre angustiosa, es sólo una ficción. Tal vez por lo breve de mis siestas (si duermo más me siento atontada durante el resto de la tarde), mis sueños son sólo fogonazos, un instante de lo que parece una historia más larga, pero que nunca termina de concretarse. En los últimos días, sin duda influenciada por los niños ahogados en el Sewol (el marcador se ha quedado congelado en 35 desaparecidos), en uno de mis sueños, estoy lavándome la cara, inclino la cabeza hasta sumergirla en el lavabo lleno de agua, siento que comienzo a ahogarme pero la falta de voluntad me impide erguirme y respirar de nuevo. En el de hoy, estoy frente al espejo, oronda, embarazada, muy embarazada, con el mismo vestido estampado que mi madre luce en una las fotografías que le sacaron mientras me gestaba; pero no estoy feliz por que sé (ignoro de dónde he sacado la información) que el niño que llevo dentro será perjudicial para la raza humana y debo abortar. Vuelvo a sentir alivio cuando despierto, pero no por la falsedad de la situación, si no por la certeza de que nunca conoceremos el futuro de antemano. 

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