jueves, 6 de marzo de 2014

¿La definitiva?

¿A qué edad deciden los niños lo que quieren ser? En mi familia es como si viniéramos de origen con la decisión de nuestra profesión tomada, como si la tuviéramos incrustada en los genes. Les ocurrió a mis hermanos, por cuyas venas siempre pareció circular gasolina en lugar de sangre, y me ocurrió a mí, que desde los seis años, al ver los planos que mi padre manejaba por estar designado a las obras en el Destacamento de Aviación donde vivíamos, supe que estaba destinada a la arquitectura. Incluso mi cuñada, casi desde que tuvo uso de razón, anheló dedicarse a no hacer nada en absoluto (y, por temporadas, lo ha conseguido). 

 Con mi sobrina está siendo diferente. Es errática. Cuando era muy pequeña quería ser charcutera, fontanera, disc jockey, odontóloga... durante mucho tiempo quiso ser veterinaria, hasta que a su perro lo castraron y le permitieron asistir a la operación. Hoy, mientras subían a mi casa en ascensor, discutía con su madre, intentándola convencer de que la profesión de azafata es una buena elección. ¿Quieres que tenga el corazón en un puño cada vez que te vayas a trabajar? Se quejaba mi cuñada. Mi sobrina, que ya se conocía los argumentos de su madre, se había aprendido de memoria las estadísticas de accidentes aéreos y se los soltó de golpe. 

Durante toda la cena discutimos del mismo tema (habían venido a compartir conmigo una oferta de dos pizzas por una que había encontrado en una pizzería de Acera del Darro). Mi cuñada es una de esas personas cobardes muy valientes. Todo le da miedo, pero lo logra vencer. Mucho más admirable que quien no tiene miedo a nada. Sólo sube a los aviones borracha, literalmente. No comprende que sangre de su sangre, quiera una profesión en la que tiene que poner en peligro su vida todos los días.  

Por supuesto, saqué a colación lo ocurrido en el vuelo París - Barcelona que hicieron Guille y su madre. Conté la versión de la madre, incluyendo su convicción de que el avión no se había caído por lo mucho que ella había rezado. Solucionado, dijo mi sobrina. Cada vez que vaya a volar, pediré a la suegra de la tita que rece para que el avión no se caiga .

4 comentarios:

  1. Ajá, la cuñada que mencionas ¿es la misma que hay que doparla para que suba a un avión, la que inspiró lo del aire medicinal en la canica? y otra pregunta: ¿Cuántos años tiene tu sobrina? al parecer tiene más de seis, pero no llega a ser adulta, y se toque entre conocimiento e inocencia la sitúa entre unos nueve a catorce años. Me imagino la cara de tu cuñada, después de enunciado la solución de tan carismática criatura.

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    1. La misma (las otra es más normal). Aunque lo de doparla es un eufemismo. La última vez, la semana pasada, que tuvo que hacer un viaje más largo, la tuvieron que emborrachar.

      Mi sobrina tiene 12 años, el día 7 de abril cumplirá los 13. Pero es cinismo más que inocencia lo de mi sobrina, teniendo en cuenta que su madre sí es religiosa, pero ella no.

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  2. Desde luego, entiendo que vencer el miedo tiene más mérito que ser valiente por naturaleza.
    Eso de capar a un animal, menos a un fiel perro, no, no está bien. Mejor proporcionarle una perrita inchable. Aunque bien pensado, no se , no se. porque tuvimos uno, casi callejero, que nos dio algún problemilla. Ya lo contaré más adelante en el blog, porque le he dedicado una entrada en exclusiva.
    Bueno, en serio, que importancia tiene la pregunta con que se inicia este entretenido (como todos) relato: ¿A que edad deciden los niños lo que quieren ser?. Tiene muchísima importancia que hallamos llegado a poder plantearnos eso. En mi generación (yo no puedo quejarme al final), la mayoría de los españolitos y más lamentablemente las españolitas, lo tenían claro: Trabajar por cuenta ajena, duro y a edad temprana.

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    1. El desdichado perro, que supuestamente es de raza, aunque a mí me parece un chucho normal y corriente, tuvo que ser capado para evitar que los testículos le produjeran un tumor muy normal en esa raza.

      Es bueno que la cosa haya cambiado. Me asombra mucho cuando leo algún documento de la república y veo que las mujeres tenían un papel mucho más importante que con posterioridad, durante la dictadura, cuando se necesitaba el permiso de cualquier hombre al que se estuviera atada para abrir una cuenta corriente o, simplemente, viajar. Lo malo de hoy en día es que, aunque se quiera, no se puede empezar a trabajar cuando se desea por culpa del paro.

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