martes, 25 de marzo de 2014

Estelas

Justo por encima de mi casa hay un corredor aéreo. Es fácil saberlo porque cuando se mira al cielo, suele haber alguna estela blanca de los aviones que vuelan muy alto. No pasan muchos. La estela de uno comienza a disiparse cuando aparece otro, amenazando una catástrofe imposible que sólo está en mi imaginación. ¿Y si chocaran?, me suelo preguntar. Hoy día es prácticamente imposible, por los sistemas de seguridad que existen. Aunque en el pasado ocurrió más de una vez. ¿Y si de repente explota? Sería complicado escapar de la lluvia de combustible ardiendo. Cuando está Guille por aquí no tengo pensamientos tan negros.

Veo las estelas de los aviones porque a veces me tumbo junto al ventanal de la terraza. Lo hacíamos este verano por las noches, para aliviarnos del calor, acostados sobre el pavimento desnudo; ahora lo hago sobre la jarapa que compramos en Órgiva (el suelo está demasiado frío). Hago que en la casa suene la música que le gusta a Guille. Sigo el ritmo de la música con el pie. Un gesto tan repetido, durante tanto tiempo, que el barniz de la pata de una mesa contra la que choca mi pie, ha desaparecido. También he pulido el tablero de la mesa que suelo utilizar. Antes eran iguales mi mesa de trabajo de Granada y de Barcelona. Ahora, la de Barcelona sigue teniendo las aristas vivas y ninguna de las mellas que ha ido dejando el uso en la de Granada.



¿A dónde irán los aviones que me sobrevuelan? Casi todos van dirección sur, hacia el mar. Demasiado altos para imaginar que han salido del aeropuerto de Granada. ¿Irán a Kenya? ¿A Uganda? ¿A Casablanca? ...¡Qué ganas entran de escapar!

4 comentarios:

  1. Me recuerda mi infancia.
    Era yo muy niño, como tal no dormía siesta, a veces, mientras la dormían mis mayores, me tumbaba boca arriba en el corral de mi casa (que luego modernizaron y llamaron patios), observando pasar aviones, casi todos bimotores, supongo que sobrevivientes de la Guerra Civil, aunque ya se veían algunas estelas de reactores que decían de "propulsión a chorro",, que dejaban parte del cielo "emborregada". También me preguntaba donde irían, dentro de mi limitado conocimiento del mundo... Mi imaginación volaba con ellos.

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    1. Es posible, que si supiéramos el destino de esos aviones, no nos fueran tan misteriosos. Puede que sólo vayan a Valencia (a veces dan unos rodeos tremendos para esquivar unas turbulencias o una tormenta) o a las Vegas (no se me ocurre lugar más aburrido, aunque muchos de quienes conozco que han ido, les ha gustado mucho).

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  2. Se me olvidó precisar que, a aquellos bimotores, tal vez algún cuatrimotor, los llamaban, "aparatos"

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    1. Tenemos en la obra a un soldador (uno de los mejores que he conocido) de Bérchules (un pueblo perdido de las Alpujarras granadinas) que a cualquier máquina llama parato. Estos días, que inevitablemente hemos hablado del avión tailandés que desapareció de los radares (y aparentemente se estrelló), para él siempre ha sido el parato. Es muy divertido escucharlo hablar (aunque a veces se necesitaría un traductor).

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