martes, 4 de marzo de 2014

Buscando un cabo

Recuerdo la sensación de vacío que sentí el primer día después de la entrega del proyecto final de carrera. Había pasado varías semanas trabajando casi 20 horas al día, sin hacer otra cosa, sin pensar en otra cosa, sin imaginar que existía en este universo algo diferente al proyecto que tenía entre manos. Y la sensación de angustia y ahogo por saber que no me daría tiempo a hacer todo cuanto quería. ¡Qué agradable fue ser de nuevo la dueña de mi propio tiempo!

Estos días tenemos mucho trabajo. De repente, inesperadamente, se han acumulado un montón de finales de obra; no porque la economía vaya súbitamente bien, si no porque Endesa, en cuanto está falta de efectivo, se pone brava con los promotores de las viviendas y no dejan apenas plazo para sustituir la luz de obra por la luz de consumo regular. Necesitan el certificado de habitabilidad del ayuntamiento para hacer el cambio de contrato. Mientras dibujo, no hay que tener puestos los cinco sentidos en lo que son simples modificaciones de lo ya hecho, me gusta mucho escuchar documentales (Crímenes Imperfectos o Mayday, son muy entretenidos) o conferencias de Javier Marías (aún no le he encontrado el puntito a sus novelas-dentro de dos o tres libros leídos, le volveré a dar otra oportunidad, o me la daré yo, que el problema de que no me guste es mío-, pero me encanta como conferenciante. Tiene voz de amante. De esas que esperas sentir, más que escuchar, pegada al oído. Lo que dice también suele ser interesante. 

En esta última remesa de dibujos, sin embargo, los documentales y conferencias han sido sustituidos por música (el Réquiem de Mozart y todo lo habido y por haber en Youtube de Ludovico Einaudi). Quería tener la mente libre para pensar en la historieta de la Canica. En cómo será la vida en el centro de la Galaxia. Debe de ser un hervidero de vida y de avances. Algo semejante al contraste que existe entre Bollullos del Condado y New York. 

Ahora que ya no hay historieta por la que molestarme en imaginar cosas, me he quedado desinflada y vacía, como cuando terminé el proyecto final de carrera. De repente se ha vuelto más aburrido dibujar o ducharme o correr y más hiriente porque tengo la mente libre de fantasías y llena de realidad (Guille lejos, la docena y media de proyectos que tenemos en los colegios visados y sin cobrar, la inutilidad del tratamiento de fertilidad en este momento, la sensación de caída libre de la normalidad diaria...). Ando con los ojos abiertos como un búho, a la búsqueda del cabo del hilo que me permita encontrar otra historieta con la que entretenerme para distraer el pensamiento.



... me pregunto, si terminaré como esas personas cuya realidad se encuentra encerrada en los límites de su cráneo. 

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