sábado, 18 de enero de 2014

Genesis

Algunas historias, por haberlas aprendido cuando aún no tenía capacidad para comprenderlas, han permanecido como un cuento sin mucho sentido en mi memoria. Todo el Antiguo Testamento, escuchado hasta la saciedad en el internado (la dislexia me gasta malas pasadas y tiendo a escribir reformatorio) está lleno de barbarie que sólo ahora, forzada a recapacitar por culpa de José y sus hermanos, de Thomas Mann, comprendo. 

Cuando cogí el libro de Thomas Mann, impulsada por el escritor (lo cuento entre mis favoritos) y por que es uno de los muchos libros, heredados de mi padre, que a él no le dio tiempo de leer; pensé que trataba de algún acontecimiento coetáneo del autor en su Lubeca natal porque escuché en un documental que este libro le había causado algunos problemas con sus antiguos vecinos: muchos se sintieron identificados con alguno de los personajes. Lo curioso es que se tratan de personajes bíblicos. 

Si se trae a la realidad la historia del sacrificio de Isaac, al que su padre quería inmolar por haber escuchado a Dios exigírselo, tenemos a un, probablemente, esquizofrénco a punto de matar a su hijo. Por fortuna le volvió la cordura en el último momento y el hijo no fue sacrificado. ¿Cuántas veces no habrá vuelto la cordura al padre? En el libro, Mann relata el sacrificio que el padre de Raquel, prima y esposa de Jacob, hizo al construir su casa. Metió al primogénito en una jofaina y construyó sobre él el edificio, un sacrificio a Dios para conseguir buena suerte y bonanza. Pero, ¿hemos avanzado tanto cuando padres aceptan que sus hijos se inmolen en nombre de Dios?


2 comentarios:

  1. Apenas he leído a Mann (Muerte en Venecia y poco más), pero lo de Abraham lo mamé de pequeño: http://albertogranados.wordpress.com/2012/04/06/el-paso-de-abraham/

    AG

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  2. La Muerte en Venecia es una de las pocas novelas cuya película le hace honor (a mi entender); aunque mucha gente considera demasiado meliflua y ñoña ambas, la novela y la película. Por culpa de los apuntes que tomó para esta novela, Thomas Mann temió convertirse en el hazmerreír de los nazis. Mann pensaba huir a EEUU, había conseguido salir de Alemania con la excusa de recoger el premio Nobel que le acababan de conceder, pero no pudo llevarse mucho equipaje. Se enteró que los nazis habían entrado en su casa. En un armario había muchos cuadernos de apuntes, entre ellos, uno donde relataba la admiración y atracción física que sentía por uno de los amigos adolescentes de sus hijos. Lo vi en un documental Los Mann. Lo he buscado en la red, pero parece que no está disponible.

    He visitado tu blog. Interesante la Semana Santa en Alcaudete.

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