lunes, 21 de octubre de 2013

Enganchada

Seiscientas sesenta y seis es el número (de la bestia) de páginas que tiene el informe que ha hecho de este domingo uno de los más tediosos y aburridos que recuerdo. Tuve que leérmelo completo. Casi veinticuatro horas seguidas sin hacer otra cosa. El informe (nada interesante, sobre una ITE que hice) está firmado por un arquitecto (no lo llamo compañero porque eso seguro que sería insultarlo) cuyo gigantesco ego se adivina en la retahíla de títulos y colaboraciones que pone junto a su nombre. Los demás solemos firmar: Nombre Apellido Apellido / Nº Colegiado: XXXX. Este señor necesita medio folio; espacio exacto que le habría bastado para hacer su informe y no esconder unas conclusiones tan erróneas y propósito evidente en las 666 páginas. Estoy tentada a escribirle un e-mail y aconsejarle que vea: American Horror Story (la segunda temporada), una serie que parece destinada a sádicos (pero no creo que pillara la indirecta). 


Las nuevas temporadas llegan a la par que las castañas. Aunque no es aconsejable comerlas mientras se ve un capítulo de The Waking Dead. Sólo es una serie de zombis. Aún recuerdo, creo que era en la segunda temporada, cuando los personajes intentan sacar de un pozo a un zombi que debía llevar bastante tiempo en remojo y, por la humedad, termina partido en dos y cayendo al agua las piernas y parte de las tripas (puaaaaaaaag). 



La serie de los zombis es una idea bastante muerta (muy manida). La que sí es original, tal vez por estar basada en un libro de Stephen King (se le nota incluso en la frase boba de Veo estrellas rosas cayendo -o algo parecido-). De momento sólo va por la primera temporada. En una canica gigante hueca queda atrapado todo un pueblo. La canica gigante está creada de un material indestructible. Lo que ocurre en el interior de la canica es bastante normal (una idea muy buena desperdiciada en parte). 





Estas series suelen durar unos 45 minutos, prácticamente el mismo tiempo que suelo utilizar para almorzar (me gusta comer con tranquilidad). Con Guille presente, los 45 minutos se convierte en una hora y pico. Y es una suerte porque una de las pocas series que nos gusta a ambos, suele tener esa duración: Sherlock Holmes (de la BBC).






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