martes, 2 de julio de 2013

Hermanos de sangre

Estamos tan acostumbrados a ver palizas en la televisión, que la gente se rompa a puñetazos la cara, que no te das cuenta que es algo extraño hasta que ves una en la realidad. Es lo que comentó esta mañana el encargado del banco cuando nos reunimos en una notaría del centro de Granada para ratificar una escritura. 

Las casas a medio construir también tienen valor. El dueño de una de estas casas, casi una mansión en Las Gabias, ha tenido la mala fortuna de morirse cuando aún no había terminado lo que, al parecer, había sido su gran sueño. La dejó como herencia a sus dos hijos; uno de ellos comercial en paro; el otro, peluquero. Cuando llegaron al banco para hacer la hipoteca (después deberían haber ido a la notaría para modificar la escritura), comenzaron a calentarse: uno de ellos -el peluquero- quería que el dinero de la hipoteca permaneciera en una cuenta para, con él, acabar la construcción; el otro quería que se dividieran el dinero y terminar la vivienda cuando la situación económica se los permitiera. Antes de que nadie pudiera reaccionar, los dos hermanos comenzaron a darse puñetazos con tanta violencia y mala leche que ni siquiera el guardia de seguridad del banco pudo separarlos; hasta que uno terminó con la nariz rota y gritando y el otro vomitando después de recibir un golpe en el estómago. 

Estoy intentando recordar. Por fortuna, se remonta a años la última pelea real que presencié. Hace poco el constructor y el promotor del edificio del Campus de la Salud tuvieron un encontronazo, pero fue más del tipo: Detenedme que lo mato. Sin llegar realmente a las manos. 

Antes del almuerzo uno de los hermanos me ha llamado para que haga una división horizontal en la casa (mitad para cada uno). Les propondré que echen a suerte qué mitad le corresponde a cada uno, porque seguro que eso también los hará enfadar. 


2 comentarios:

  1. No, si parece que el cuento de Caín y Abel está basado en hechos reales, como si de una novela histórica se tratase.

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    1. Al parecer ya han entrado en razón y vuelven a tratarse (sin darse puñetazos). Creo que el que lo pasó peor en todo este asunto, fue el señor del banco, que parece no está acostumbrado a enfrentamientos tan directos.

      A nosotros, en el fondo, nos ha venido bien, porque nos han contratado para actualizar el proyecto (a ver si lo terminamos sin que se maten).

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