viernes, 28 de junio de 2013

El gran azul



Primer baño en una piscina este año. Sumergirse en las aguas recién vertidas de una piscina, cuando aún no le ha dado tiempo a que el sol las caliente y cuando aún huelen a cloro, es como meterse entre las sábanas limpias de una cama. Cuando era pequeña y aún no sabía nadar, mis hermanos me tenían que retener si me acercaba al borde de la piscina del Destacamento porque el agua era como un canto de sirena que me llamaba y atraía. Me sentía tentada a tirarme, sobre todo si la luz del sol incidía sobre las ondulaciones que el viento producía en su superficie oblicuamente, a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Esa sensación de estar penetrando en algo limpio y nuevo no volverá  producirse hasta el año que viene, cuando la abstinencia me haya hecho olvidar.

2 comentarios:

  1. Magnifica descripción.
    La foto me ha recordado la superficie ondulada de la mar en los días apacibles de navegación. Siento recurrir siempre a mi vida en la Marina. Era muy jóven y aquela experiencia me dejó su huella.

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    1. Creo que a todos nos ocurre lo mismo: las cosas sucedidas durante la infancia, la adolescencia y la primera juventud, suelen dejar más huella que lo que nos ocurre ya de adultos. Yo también recurro muy a menudo a mi infancia en el Destacamento de Aviación y en el internado de Antequera.

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