miércoles, 19 de junio de 2013

Con el pie izquierdo

Los acontecimientos negativos se acumulan algunos días. De nada habría servido permanecer en la cama, porque habría amanecido igualmente, y anochecerá de todas formas; y lo que ha ocurrido, habría sucedido sin que nada lo hubiera podido evitar.

Todo empezó cuando hoy aún no era hoy. Acababa de abrir el archivo de los planos de las instalaciones que por fin envió el ingeniero y el primer cruce conflictivo que examino, sumando todas las alturas... 2.20 m. Inevitable no enfadarse. Al final no ha resultado tan catastrófico como hizo presagiar esa primera comprobación. Quedé con el ingeniero en la obra. Intenté que viera in situ las dificultades que hay para que el garaje haya una altura libre sólo de 2.20 m. Se obstinaba en culpar a la normativa. ¡La normativa es una cosa y las necesidades de los clientes es otra, y los clientes necesitan 2.50 m, coño! (Creo que es el primer taco en muchos años que suelto a un tercero).

Para entonces ya sabía que Guille se tiene que volver a ir a Barcelona porque el trabajo se acumula. Todos los propietarios de fincas en la costa siente la repentina necesidad de sacar planos topográficos de sus lindes (es trabajo, no nos vamos a quejar por ello, pero yo preferiría que se quedara a mi lado). El teléfono que teníamos en el despacho -ya clausurado como el de Málaga- lo hemos trasladado a la casa de sus padres y su madre hace las funciones de secretaria, incluso mejor que yo, porque ella puede responder a los clientes en catalán si lo requieren (ay, una punzada de celos). Al menos he conseguido ganar media batalla: se irá el lunes de madrugada, en lugar de mañana, como planeaba.

Por la tarde, mientras Guille iba a despedirse de sus amigos del fútbol sala, acompañé a mi cuñada a la consulta de una vidente (Aaaaaaaaaaaaaaah!!!! Qué rabia me da que crea en esas cosas!!!). ¿Pero cómo no se da cuenta de las evidencias? Nos hicieron esperar en una sala antes de entrar. Delante de nosotras había una señora. Mientras esperábamos, la mujer nos preguntaba cosas, supuestamente para matar el tiempo. La mujer entra, le larga a su compañera toda la información que nos ha sacado y así parece que adivina algo. Por supuesto no le dijo nada diferente a lo que nosotras mismas habíamos comentado en la sala de espera. Mi cuñada se quejaba de que veía poco a mi hermano estos días, y de ese comentario la adivina sacó la conclusión de que la engañaba con otra, y le quiso vender un amarre de amor. Eso me enfadó mucho. Si llamas a las doce o la una de la madrugada al teléfono de su trabajo, mi hermano responde siempre, porque ahora tiene que trabajar el doble para ganar el mismo dinero que hace poco más de un año. Me molestó tanto que se pusiera en duda la moral de mi hermano, sobre todo porque mi cuñada es capaz de empezar a rumiar las palabras de esa sacadineros y terminar de creerla a ella en lugar de las evidencias, que di un golpe en la mesa y le dije que si pretendía leer el futuro al menos debería tener un ápice de perspicacia. Creo que no me entendió bien porque me gritó que la sinvergüenza era yo (eing?).... Bueno, no hay mal que por bien no venga: al menos a mi cuñada se le quitó la idea de comprar el amarre de amor. Hace años escuché en el programa de la SER Hablar por hablar que el amarre de amor consistía en echar su sangre menstrual en el café del hombre al que quería enamorar (¡Qué asco más anti higiénico!!!)

Por fortuna nada más negativo ocurrió. Mientras volvíamos a casa paramos en un bazar chino y compramos cuentas para hacer collares (me voy a convertir en Penélope -en lugar de tejer, haré collares y pulseras- a la espera de mi Ulises). Me dio la idea mi cuñada y me enseñó las primeras nociones (ella ya es una experta). Así ahorra dinero: hace bisutería como regalos para los cumpleaños de las niñas que invitan a mi sobrina.

2 comentarios:

  1. ¡Puaj! ¡Que asco! ¡Que asco!. Aún más que cuando me enteré estando en Las Huerdes, como un hecho real, que durante el famoso viaje del rey Alfonso XIII en los años 20, uno de sus ministros pidió en una remota aldea si no podían echarle leche al café que servían negro, un lugareño se lo llevó ya blanqueado y luego le dijo que debía estar bueno, porque la leche era de calidad: Era de ¡SU MUJER!. Ya se que somos mamiferos y yo lo fuí cuando era preciso, pero ya de mayor: ¡Que asco! Me figuraría estar cometiendo un acto de antropofágia.
    ¡Oh, los videntes! Me parecen cosas de la edad media, pero aún tienes sus crédulos, pero allá ellos, yo no soy quien para criticar a nadie, pero si tengo derecho a mi propia opinión.

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    1. Sí, es completamente asqueroso, repulsivo (lo que me extrañó es que la gente aconsejara que no lo hiciera pero sólo por el hecho de que era una tontería).

      Jajaja lo de la leche materna humana, tampoco se queda corto (¡qué asco!!!).

      Las pitonisas, videntes y todo tipo de majaderías (y ésta también es mi opinión) debería ser considerado como un delito, sobre todo porque estafan a personas que suelen estar en los peores momentos de sus vidas, por la situación económica o afectiva. Mi cuñada sólo es un poco rara, pero ella es una excepción. Quien siente la necesidad de visitar a estos sujetos, deberían desviarse e ir directamente a un psicólogo.

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