jueves, 23 de mayo de 2013

Clonando el puchero de mamá

Me gustan las películas de ciencia ficción. Algunas se han convertido con el tiempo en películas cómicas por lo desviadas que estaban del futuro inmediato (hacen que se escapen los mocos por la risa esos ordenadores que eran paneles gigantescos llenos de lucecitas como un árbol de navidad y una pantalla ridícula de tv). En pocas de ellas recuerdo que los personajes se alimentaran (algún sobre de comida deshidratada, por lo general). En Blade Runner, si la memoria no me falla, Rick, el personaje que hace Harrison Ford, come fideos chinos a la barra de una especie de caravana, parecida a las que tanto se ven en las películas norteamericanas. En Alien, primera parte, también creo recordar que los personajes están comiendo cuando hace acto de presencia el bicho (un espermatozoide gigante con dentadura de piraña); pero en esa escena toda la atención se centra en lo que a John Hurt le sale de la tripa y no en lo que los demás se meten en ella. 

Puede que esas películas de los sobres de comida deshidratada terminen produciéndonos tanta risa como la de los ordenadores gigantes. Al parecer nos encaminamos hacia la fotocopiadora de alimentos (creo que es como un robot de cocina, pero más sofisticado -sólo he escuchado hablar de ellas, no he visto ninguna en funcionamiento-). La imaginación se echa a volar y obliga a hacerse montones de preguntas: ¿desaparecerán los cocineros estrellas? ¿se hará más sofisticada la comida? ¿podremos bajarnos de Internet el software para hacer una paella? ¿desaparecerán las cocinas convencionales? ¿tendremos en casa una especie de máquina expendedora de comida basura pero de la que salga elaborados pasteles de chocolate o cocidos idénticos a los que nos hacía nuestra madre cuando volvíamos a casa los fines de semana?... Puede que sólo dentro de cinco años tengamos las respuestas.

4 comentarios:

  1. No me suelen gustar las películas de ciencia ficción. En cuanto a la comida, ignoro que pasará en el futuro, pero mientras yo pueda seguiré cocinando de forma tradicional. Ayer mismo repetí un puchero, a pesar del problema de salud sufrido recientemente pero, eso sí, cuandon llegué, me llevé la sorpresa de que mi mujer había practicamente triturado la "pringa". No está dispuesta a soportar nuevos sustos. Ni yo tampoco. "Gato escaldado del agua fria huye".

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    1. Mi madre también le echa la pringá al puchero. Hoy mismo, que he estado en su casa, lo he comido, aunque a mí sólo me gusta las vetas de carne que suele tener el tocino. Me gusta comerlo con cebolletas (una cucharada de puchero, un bocado a la cebolleta cruda).

      Me alegra que no haya cogido miedo al puchero. Durante un año fui incapaz de comer pollo asado: tuve un corte de digestión después de haberlo comido y meterme en la playa.

      Muy sabia su mujer por triturar la pringá

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  2. Saludos de otro amante de la ciencia ficción.

    Sobre este tema ya fantaseé años atrás en mi blog "Planeta Q", donde existía esa gran impresora de comida con la que podías ordenar al instante cualquier alimento.

    Es la revolución futura de las impresoras 3D (¡presente!: se acaba de salvar la vida de un niño gracias a una de ellas).

    Ahí está también "Liberator", la primera pistola que cualquiera puede "imprimirse" desde casa (no hay que descartar nada a la vista del rumbo político de los últimos tiempos, lo mismo hay que acabar echándose al monte).

    En fin, preferiría usar mi impresora 3D (quizá no tarde mucho en popularizarse, ya las hay por menos de 2.000 €) para bajarme —cocinada— la receta del puchero de la abuela de alguien y comérmelo tan a gustito.

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    1. ¡Lo he encontrado! (tu blog Planeta Q). Me he bajado el pdf para poder leerlo mañana que tengo que ir a los juzgados y siempre me hacen esperar un montón de tiempo.

      Hay gente, cada uno en su campo, que es muy inteligente. Con las impresoras en 3D e Internet se está consiguiendo que los conocimientos de unos pocos sea el de todos. Lo malo es que no toda la sociedad tiene las ideas claras, hay demasiados locos, demasiados iluminados que piensan que el fin justifica los medios (ejemplo: los dos majarones del atentado de Boston). No estoy a favor de la censura, pero, ¿no es justificado que impidan facilitar a gente así conseguir armas como el Liberator? Puede que no esté muy lejos el día que para conseguir una conexión a Internet haya que pasar un test psicológico.

      Con todo lo que parece que se podrá hacer en un futuro inmediato -incluso diseñarse uno sus propios muebles- esperemos que se imponga la locura.

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