domingo, 3 de marzo de 2013

Un grano más

Llevo casi dos semanas bastante ocupada reformando los planos del edificio del Campus de la Salud. Cuando ya estaba todo hecho, planificado, perfectamente diseñado (a veces sin holgura para el desplazamiento de unos centímetros), los dueños han salido con la necesidad de nuevas prestaciones porque  la subvención de la Junta de Andalucía es menor a la que se esperaba. Las dos plantas de estructura que quedaban por hacer, desaparecen de una existencia inmediata (no hay pasta); aunque se dejarán las esperas de los pilares por si se puede seguir haciendo en breve. Les he pedido que las protejan, que no se vean, aunque las tape el antepecho de la cubierta. Recordará a esos edificio de Marruecos, donde empiezan a hacer la planta baja para vivir el matrimonio con la esperanza de continuar levantando el edificio a medida que la familia crece. 

Todos están tensos, todos están nerviosos y enfadados. Los gritos y amenazas entre el constructor y el promotor asustan hasta el extremo de dejar seca la boca y producir una sensación de irrealidad, de estar metida en una pesadilla de la que quiero despertar y no puedo. Me asusta que terminen  haciéndose daño el uno al otro, o que el constructor, desesperado, encuentre un resquicio en la seguridad de la obra y se tire al vacío para disfrazar un suicidio como un accidente laboral; porque esta crisis no carga sólo con el lastre de la muerte de muchos desahuciados (maldita Cospedal), también con decenas de constructores que han preferido la muerte a convertirse, junto a sus empleados, en indigentes. 

El constructor, que es un señor muy tranquilo y moderado siempre que no vea amenazado el pan de su hijos y el de los hijos de sus empleados (como él dice), culpa de la actual situación a la falta de previsión de los ciudadanos. Asegura que mientras vivimos entre las vacas gordas, nos limábamos todo lo que ganábamos, y a veces incluso más, porque era fácil obtener prestamos de los bancos. Nadie nos enseñó a ahorrar, a guardar para el invierno, y ahora nos encontramos con el culo al aire y esperando que el gobierno nos saque el hoyo que nosotros mismos nos hemos cavado. (Es su opinión).

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