lunes, 24 de diciembre de 2012

Socorro, sacadme de aquí!!!

Aaaaaaaag, qué agonía. Esta mañana Guille debería haber volado de Barcelona a Málaga, pero de madrugada su hermana, que estaba embarazada de 7 meses y medio se puso de parto. El marido es bastante bueno para preparar cualquier tipo de bebida, por exótica que sea, e insuperable para conseguir con formas melosas que sus subordinados hagan lo que él necesita, pero nefasto si las circunstancias lo ponen ante fluidos orgánicos (siete puntos en la sien tuvieron que darle después de desmayarse cuando intentó ver el parto de su primera hija). Mi suegra con las dos hijas de mi cuñada, la suegra de mi cuñada demasiado ocupada con la cena de esta noche -tenía 25 invitados- como para prestar alguna ayuda (y eso que sólo tenía que preocuparse de que le llevaran la comida a casa a tiempo)... Consecuencia: primera Noche Buena que Guille y yo hemos pasado separados desde que nos casamos. Por fortuna la cosa ha salido bien (después de 8 horas de parto): una nena (la tercera -como las tienen repes, le he pedido una, pero dicen que nanay-), 2.90 Kg, 48 cm y de nombre Aina (parece un lechoncillo cebado). 

Mis planes eran pasar una noche tranquila. Leer hasta que me cansara, llamar a quien es imprescindible llamar para felicitarle las fiestas, correr durante una hora y meterme en la cama. Pero, oh, desdicha: bajé a tirar la basura y al subir (por lo general lo hago por la escalera -son sólo unos 90 escalones-); lo hice en ascensor porque alguien se había excedido con el cava y echado la pota en uno de los maceteros, salpicándolo todo, incluido el arranque de la escalera. A llegar a la tercera planta el aparato hizo buuuuuuuuuuiz (como si algo pesado resbalara sobre una superficie aceitosa) y el maldito trasto se paró. Pulsé hasta quedárseme blanco el índice el botón de la campanilla (pero sospecho que ha ocurrido como en el cuento del Pastorcillo mentiroso:  tantas veces gritando Que viene el lobo - algunos chavales y algunos no tan chavales, tienen la costumbre de pulsar ese botón sistemáticamente- que a la hora de la verdad, nadie acude a quien pide auxilio). Durante una media hora intenté salir: pulsar el botón la campanilla, intentar separar las puertas de seguridad, pulsar los demás botones, palmotear las puertas... Si al menos hubiera llevado el bolso -venía de tirar la basura, sólo llevaba las llaves de casa- me hubiera podido entretener porque estos días, como consecuencia de las interminables colas en todas partes, lo tengo lleno de pasatiempos: el libro electrónico, el ipod, libreta, rotuladores... Claro que tampoco hubiera tenido que intentar entretenerme, porque habría llevado el móvil y tenido la posibilidad de llamar al número que indica la misma placa que advierte que no se pueden subir niños solos ni más de cuatro personas. 

Lo del título de esta entrada iba por ni nueva sobrinilla, que parecía deseosa de salir de donde estaba encerrada. Yo, pasado el primer momento, incluso disfruté de la situación: di solución a un par de asuntos que me llevaban rondando por la cabeza hacía unos días (no tienes otra cosa que hacer: a la fuerza piensas). Si no hubiera sido porque comenzaba a sentir frío (con el frío mi vejiga parece encoger y el líquido que contiene pide escaparse), es posible que hubiera mantenido silencio cuando escuché a mis vecinos del tercero subir a escasos centímetros de mi cabeza. A las dos llamaron al teléfono que les grité y a las dos y media apareció un  enfurruñado técnico. Cinco minutos más tarde recordé una de las escenas de Down (el ascensor asesino), al tener que saltar por un hueco de unos 80 cm al suelo de la segunda planta (a 1.40 m) -si el ascensor se hubiera puesto en funcionamiento en ese momento ¡zas! en comparación, la pota del bajo no hubiera sido nada-. (Hasta me han aplaudido cuando salí ¡ja!).

2 comentarios:

  1. ¡Jo, vaya temple que tienes! Yo no sé si hubiera podido mantener la calma: los ascensores no son mi lugar preferido, tengo una relación bastante complicada con ellos. Durante muchos años tuve pesadillas con ascensores.
    Enhorabuena por la nueva sobrinilla.

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    1. Muchas gracias. Gran invento el WhatsApp. Ya tengo fotos incluso de las primeras deyecciones de la nena.

      Yo le tengo bastante respeto a los ascensores de los edificios recién terminados, cuando aún no han tenido un buen rodaje o lo han tenido en exceso por haber sido utilizados como montacargas. Esos, de cada tres veces que son utilizados, lo más probable es que una de ellas necesite al técnico para terminar su recorrido.

      En mi bloque hay pocos vecinos. La mayoría son estudiantes -que se fueron a sus casas en cuanto les dieron las vacaciones-. Si me hubiera ocurrido un día normal y corriente, es posible que no me hubieran liberado hasta primera hora de la mañana porque es un lugar muy tranquilo, sin apenas movimiento nocturno.

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