lunes, 1 de octubre de 2012

Otras historias

Estábamos preocupados por mi tita Puri. Habíamos dejado de tener noticias suyas desde el viernes por la noche, cuando su pueblo Bobadilla Estación, se inundó por culpa de la lluvia. No es que hubiera desaparecido (que temiéramos que algo malo le hubiera pasado) sólo que se había marchado con algún vecino y no sabíamos cuál. Por fin hoy al mediodía dio señales de vida. Había estado justo en frente de su casa, en la misma plazoleta, vigilando para que no le quitaran lo poco que la lluvia le había respetado. 

Antes la gente contaba historias al amor de la lumbre, ahora lo hacemos asomados a la tecnología. Desde la casa de mi madre, que siempre sirve de refugio a los desahuciados por culpa de alguna catastrofe o el desamor, mi tita, por medio del Skype, nos relata lo que pasó. Comenzó a llover el viernes por la mañana, pero de manera tranquila, sin que se pudiera presagiar lo que ocurriría pocas horas después. El tiempo cambiante es fatal para sus muchas dolencias y se tomó un calmante y un somnífero y se metió en la cama a media tarde, aunque asegura que parecía noche cerrada por lo espeso que era el manto de nubes. Es consciente que se despertó con los truenos. Por sus vecinas sabe que los truenos comenzaron a las diez de la noche. No supo qué hora era: su reloj despertador es electrónico y la luz se había ido un rato antes. Pretendió levantarse, pero las pastillas aún le estaban haciendo efecto. Saltó de la cama, como si tuviera un resorte, cuando escuchó un estruendo en el exterior. No sabía qué era, ni pudo imaginar nada. Dice que por un instante pensó que podría ser un terremoto, pero que lo descartó de inmediato porque nada se movía. Se puso la bata y abrió la puerta de la calle. El vecino de al lado le había colocado una tabla -en los pueblos, a diferencia que en las ciudades que parecemos fantasmas, aún son solidarios con quienes los rodean-. Pudo ver lo que sucedía porque, como ella, muchos se habían asomado al exterior y llevaban linternas. Fue como un pequeño tsunami de barro muy denso, como papilla o lava que chocaba contra las protecciones que habían puesto en las puertas y pasaban de largo. Pensaron que no pasaría nada, aunque hubo quien gritaba pidiendo que llamaran a los bomberos. La mayoría de las casas de la plazoleta donde vive mi tía, son de dos plantas. La suya es sólo planta baja y sin escalones; preparada para mi tío, que estuvo enfermo mucho tiempo. La suya fue en la primera que ocurrió: del sumidero del patio, la ducha, bidé y del inodoro, comenzó a salir el agua a borbotones, con tanta fuerza que parecía una fuente, agua menos densa que la del exterior, pero igualmente oscura y sucia. Tuvo un ataque de pánico. Por fortuna el hijo de la vecina fue en su auxilio y la sacó de la casa a cuestas: el chaval es joven, menos de 22 años, y  bastante menguado de carnes, mi tita es una señora de buen comer. Aún no se explica cómo el chaval pudo con ella.

Las plantas bajas de todas las casas de esa zona anegadas. La de mi tía, con los muebles que estaban pegados al suelo, inservibles. Algunas cosas podría lavarlas, como los muebles de la cocina, que son antiguos, de madera casi petrificada y metal; pero al pensar que parte del agua salía por el inodoro y, por lo tanto, estaría mezclada con excrementos, siente repugnancia.

El dinero que tenía ahorrado para su entierro, tendrá que destinarlo a arreglar la casa (enlucido, pintura, muebles, puertas...). Si me muero antes de volver a ahorrar, que me donen a la ciencia, !pero que me donen vestida!

2 comentarios:

  1. Esa tita Puri tiene humor y además pudorosa hasta el final.

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    1. Tan pudorosa que incluso se ducha con la ropa interior puesta (bueno, es posible que exagere un poquito... pero muy poco).

      La pobre mujer lo pasó muy mal. El susto que pasó no se lo quita nadie. Por fortuna el Ayuntamiento de su pueblo va a dar alguna ayuda para las personas que no tenían seguro (como es el caso de mi tía). Y mis hermanos le han puesto dos puertas de seguridad con una ranura en el marco donde entra una chapa (la puerta delantera y la del patio). Una riada sensiblemente más suave que la de la semana pasada, sí impedirá que entre el agua en la casa.

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