viernes, 10 de agosto de 2012

Desesperación

Me gustan los libros, me gusta que me cuenten historias de ficción porque los escritores suelen tener menos mala leche que Dios (que la realidad) y siempre someten a sus personajes a una presión limitada y soportable. Y si el libro te atormenta, siempre tienes la posibilidad de cerrarlo y olvidarte de él. 

Tiene 32 años, pelo rizado, una hija que parece su clon a escala 1:2 y la capacidad de trabajar durante más de doce horas seguidas sin cansarse. Yo lo conozco porque trabajó para nosotros como yesero (uno de los mejores) en algunas obras. Pero, incluso los mejores se quedan sin trabajo en esta crisis salvaje que está diezmando capacidades. Como era imposible volver a la obra, buscó trabajo en otros campos. Por las mañanas repartía periódicos, por las tardes, cuidaba a un señor mayor enfermo y algunas noches, vigilaba un par de barcos en el puerto deportivo de Marbella. Supongo que fue ahí donde lo captaron. A mi comentario de "lo que no comprendo es cómo aceptó", la mujer me explica que en lo de los periódicos hacía tres meses que no le pagaban y que  los familiares del anciano, aunque le pagaban a finales de mes como habían acordado, siempre le dejaban a deber alguna cantidad. Una niña pequeña, la hipoteca de la casa, las letras de los dos coches, la imposibilidad de venderlos porque salían perdiendo dinero... Ahora está detenido en Portugal. Recibió una paliza cuando lo encarcelaron sin razón, ha perdido siete kilos y no para de llorar como una cría cuando alguien (los padres, los suegros, la esposa) va a verlo. 

La necesidad, el miedo a perderlo todo, nos está convirtiendo en delincuentes. 

2 comentarios:

  1. Pues vaya lamentable dramón. Maldita crisis. Pero no lo pagan los causantes.

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    1. Fui a ver a la esposa dos días después de enterarme lo ocurrido, me acompañaba mi marido porque su padre es abogado retirado y aún tiene contactos, por si podía ayudarlo de alguna forma. Yo soy bastante bruta, y tardo en darme cuenta de las cosas; pero él es muy perspicaz. Casa de más de 300 m² en una sola planta, tres coches de gama alta aparcados en un garaje descubierto, piscina interior y exterior... Cuesta mucho aceptar la culpabilidad de quien apreciamos.

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