domingo, 1 de abril de 2012

Diario de un asedio

Domingo 2 de abril de 2012. El día ha amanecido nublado. Lamentablemente no ha llovido. Doblemente lamentable: hay sequía y la lluvia hubiera dispersado una procesión, sólo de personas con palmas y ramas de olivos en las manos, sin santos ni figuritas encima de una peana, que han pasado berreando (los berridos a pleno pulmón pretendían ser una canción) bajo mi ventana a las 9 y poco de la madrugada. Los domingos es el único día que puedo permitirme el lujo de dormir hasta que me apetezca. 

A Guille mañana le toca juicio y estaba preparando su comparecencia como perito en la casa de sus padres. No quise interrumpirle. Pere me ayudó a pasar gran parte del día. Él también estaba recluido por culpa de la gripe de su esposo. Hemos marujeado bastante. Cosas en común. A los dos nos encantan los doramas (culebrones asiáticos). Son fáciles de ver, sin muchos capítulos. Son tan infantiles, tan melodramáticos y romanticones -a la vez que mojigatos-, que se ven como si fueran un cuento. A Pere le gustan más los trágicos, los que tratan de alguien que está a punto de morir, yo prefiero los tipo "Cenicienta" -una desdichada que termina consiguiendo al "principito". Más cosas en común: a los dos nos encanta el giro que ha tomado desde hace algunos años la figura de Sherlock Holmes. Comenzó con House. Le siguió la serie Sherlock de la BBC y las dos películas protagonizadas por Robert Downey Jr. A Pere le gustaría que se insinuara que existe "algo" entre Sherlock y Watson -. Estoy convencida de que perdería muchos espectadores, él asegura que ganaría, y me pone como ejemplo los grupos de música K-Pop donde las fans se inventan romances entre sus miembros. Pero los asiáticos son muy peculiares. 

Algo en desacuerdo: a él le ha gustado la última versión de Cumbres Borrascosas. Yo creo que es tan pésima como las que le precedieron. 

Pere se fue a dormir la siesta después de comer. Yo no suelo hacerlo, y aunque hubiera querido, tenía una procesión por el barrio, con banda incluida. 

Leí un poco Charles Dickens, Para Leer al Anochecer. Vi un documental sobre Tokyo y el terremoto que tuvieron de 9º y el tsunami. Hable con mi familia, hablé con Guille. Salí a correr. Dos horas. Tuve que cambiar el itinerario cuatro veces. Resbalé por culpa de la cera dos veces -sin llegar a caerme: tengo buenos reflejos-. 

A las tres, aún se escuchaba en la lejanía la música de alguna procesión. ¿A qué hora se recogen? Estudié durante un rato inglés y he escrito durante otro rato -ya ni me preocupo de contar las palabras-. En fin... mañana será otro día.

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