miércoles, 8 de febrero de 2012

Castillos de naipes

Uno de los efectos secundarios de la crisis en la construcción es que un sector está edificando pensando exclusivamente en conservar las ganancias pre crisis, lo que les obliga a realizar trabajos precarios y chapuceros, tanto en su ejecución, los materiales, y, lo que es aún más lamentable, en las medidas de seguridad de los trabajadores. Una ejecución sin seguir las normas de la buena construcción, puede implicar una vivienda con deficiencias e incomodidades para sus habitantes; pero no seguir las normas de seguridad, es como darle a los operarios un revolver cargado con tres balas y pedirles que apunten con él a sus cabezas... con suerte, al apretar el gatillo, el percutor puede que golpee el aire del hueco vacío del tambor (un 50% de posibilidades). 

Hoy fuimos a examinar una vivienda que es objeto de una pericial. Es nueva, el final de obras se lo dieron a mediados del año 2011. Los problemas en la vivienda comenzaron a salir inmediatamente después de habitarla sus nuevos dueños. Tenía problemas de humedades por filtraciones de lluvia y humedades por condensación. Las catas que hemos hecho en paramentos y cubiertas planas y de teja, han sido reveladoras. Los paramentos no tienen ningún tipo de aislamiento térmico ni acústico, aunque según la memoria, planos y medición, debería tener fibra de vidrio de 5 cm de espesor. La cubierta inclinada también carecía de aislamiento. La cubierta plana, en lugar de capa bituminosa, tenía un plástico, en el cual se identificaba con claridad el logotipo de la marca Flex. En ninguno de los pilares en los que hemos intentado realizar catas, tenía emparchado de plaquetas de ladrillo (para impedir las condensaciones por puentes térmicos). Esta forma chapucera y tramposa de edificar (inmoral y dañina -imaginad a una familia que ha puesto todos sus ahorros y se ha endeudado para comprar una casa que no es habitable-) está proliferando, amparada en las empresas constructoras que "quiebran" casi de inmediato a la entrega de las viviendas. 

Esta es sólo la punta del iceberg, la que ha ha emergido por ser demasiado brutas las "trampas". Una se pregunta cuántos edificios de los construidos hoy día, serán considerados ruinas dentro de 12 o 13 años por tener lacras menos evidentes: como hormigones más pobres, menor cuantía de hierro a la que necesitan, materiales defectuosos que se terminarán rompiendo a los pocos años de estar en uso... 

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