jueves, 19 de enero de 2012

Las excusas del mal

A Guille lo han contratado para replantear toda una urbanización en un pueblo de Granada y no viene a comer porque son más de 75 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Cuando comemos juntos, solemos poner música suave -algo de jazz- o algún grupo pop español (nada estridente). Cuando él no está, intento paliar su ausencia viendo documentales. La casualidad ha querido que algunos de los últimos sean sobre asesinos en serie: Charles Mason -quien ni siquiera se manchó las manos, él sólo era el cerebro (o la ausencia de él)-, Andrei Chikatilo (asesinaba adolescentes y niños), el caníbal de Rotenburg (asesinó a su amante -con el consentimiento de éste- y se lo comió -acompañando la carne con patatas princesa)... En estos documentales, en algún momento de la narración, intenta excusar el mal del asesino con alguna justificación. Charles Manson era un músico frustrado que buscaba la fama, Andrei Chikatilo era impotente, el caníbal de Rotenburg tuvo una infancia desdichada porque el padre los abandonó (a él y a la madre) cuando era muy pequeño. Excusas y más excusas, pero no justificaciones. ¿Quién de entre nosotros, no carga sobre sus espaldas con experiencias semejantes o incluso peores a los de estos sujetos?

No me cuesta nada imaginar a una voz en off diciendo: "Tuvo una infancia desdichada. Su padre murió prematuramente, cuando ella contaba sólo seis años de edad. En el colegio sus compañeras se reían de ella llamándola poncho. Vivió en un internado (aquí podrían cambiar internado por reformatorio -la TV y los periodistas tienden a fantasear un poco-) alejada de su familia"... Lo que no cabe en mi imaginación es la posibilidad de hacer daño a un semejante, no de forma voluntaria y aún menos premeditada. ¿Cuáles son los engranajes del mal que mueven la voluntad de alguien como Andrei Chikatilo?

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