miércoles, 17 de agosto de 2011

Cruce de caminos

Guille, en Barcelona, es voluntario en un centro de enfermos de distrofia muscular. Dos veces por semana y algunos sábados por la mañana, pone a disposición de los chavales que lo necesiten su tiempo, para acompañarlos donde quieran ir o para enseñarles informática e inglés. También se ocupa de buscar el material necesario adaptado para la minusvalía de cada uno. En tres ocasiones ha ayudado a que tengan su primera (y seguramente única) relación sexual -facilitándoles el contacto con prostitutas-. Este último detalle se lo debe ocultar a los padres porque, para ellos, la minusvalía de sus hijos los convierten en "angelitos" que no tienen más necesidades física que las de bebé. Son adultos, 20-30 años, sus cuerpos no funcionan, pero sus mentes y sentimientos están intactos. Tienen la misma curiosidad que cualquier persona, la misma necesidad de sentir amor físico que cada uno de nosotros, la misma rabia si se les impone la abstinencia. Y ellos ni siquiera se pueden masturbar.

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