martes, 19 de julio de 2011

Los gritos de los susurros

Es curioso, es como si algunos días los temas se concretaran y dieran pie a sólo uno. Hoy ha tocado la muerte.

Me cuenta mi tía que hace al menos unos 8 o 10 meses en el pueblo donde vive, Bobadilla, en la provincia de Málaga, una mujer murió asfixiada dentro de una cama plegable que le habían comprado los hijos. Fue una muerte lenta de la que la mujer tuvo consciencia plena (a mi tía le gusta contar detalles escatológicos y miserias humanas que yo prefiero desconocer). Hace tres días encontraron muerto al hijo de la fallecida (en los pueblos pequeños hasta lo más mínimos detalles de los hechos se saben): se había tragado todo lo que encontró en el botiquín (incluidos alcohol, agua oxigenada y betadine).

Esta mañana temprano me llamó mi madre. Ella es de costumbres fijas. Su hora de llamar son las 8 de la tarde, si rompe la costumbre, es que algo ha ocurrido. Tardó en soltarlo: ayer una vecina del pueblo (Villanueva del Rosario) le reprochó que tenga en la casa las cenizas de mi padre, dice que es macabro e insalubre (manda huevos!!). Mi madre es muy moderada. No levanta la voz, no pierde los estribos nunca, no suelta tacos. "Métete en tus putos asuntos", le dijo.

2 comentarios:

  1. Esas cosas siempre me han llamado mucho la atención. ¿Por que algunas personas creen que su opinión sobre asuntos a los que son ajenos es relevante? Supongo que en los pueblos es más frecuento pero, aún así, me llama la atención.

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  2. Hola, Carlos. Bienvenido!!!

    En este caso en concreto, me temo que la señora se cree con derecho a opinar pensando que está en peligro su salud. Pero tienes razón: en los pueblos pequeños, donde se conocen todos, mucha gente ociosa se cree con el derecho a imponerse a los demás. Cuando vivía con mi madre, hasta criticaban a mis novios (ja, bastante caso les hice)

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