viernes, 17 de junio de 2011

Recuerdos de la infancia

Cuando era pequeña, desde el porche de mi casa, dos o tres veces al año, veía pasar montones de trenes de carga. Se desplazaban por los raíles oxidados con una lentitud tortuosa. Algunos iban tan lentos que parecían quietos.  Dependiendo de la cantidad de vagones que arrastraran aquellas máquinas antiguas, se conocía la peligrosidad de la carga que llevaban. Mis hermanos los solían clasificar en tres categorías: Inocuos, pupa y nos vamos a tomar por culo. Un buen día veíamos a todos los soldados limpiando de jaramagos y basura las vías del tren y al siguiente, mis tres hermanos y yo, parapetados del aburrimiento con un montón de comics, nos sentábamos en los escalones del porche y simplemente esperábamos, atentos a los ruidos que llegaban desde muy lejos. Yo pedía explicaciones, y ellos me las daban, al principio a mi nivel: "Las granadas, las balas, los cartuchos de pólvora... son como las latas de chipirones: tienen fecha de caducidad. Todos esos vagones están llenos de explosivos caducados. Los traen aquí para destruirlos". Luego se olvidaban de mi edad y mi nivel y hablaban de nitrato de amonio, nitroglicerina, TNT, cloratita... y yo sólo podía asentir. Aún hoy conservan esos conocimientos sobre armamento y explosivos. Les pregunto de dónde los sacaron  y se limitan a encogerse de hombros.

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