miércoles, 28 de diciembre de 2011

Fanfarria

Guille me aconsejó que viera alguna película antigua que me hubiera gustado mucho y que tuviera en la memoria con cariño, después de quejarme por enésima vez de que la Navidad no se parecía ni remotamente a la que yo recordaba de la infancia, cuando estábamos deseando poner la TV porque siempre había algún estreno interesante. Me acordé de la saga de Indiana Jones. Me gustaba mucho. Mis hermanos me solían llevar al cine cuando las ponían. Casi siempre en el cine de verano. Me entusiasmaba la música y las historias las recordaba como trepidantes y divertidas.


Decepción. La historia no me pareció muy diferente a un juego para ordenador de primera o segunda generación, ni siquiera interactivo. Una sucesión de obstáculos que el protagonista debe salvar (poca emoción, nada de ternura en la historia de amor, algo de humor) y la música me pareció exactamente lo que es: fanfarria. 

Las comparo con algunas películas algo posteriores, pero no mucho, teniendo en cuenta la vida histórica del cine, y me parece que ha envejecido muy mal (o puede que sea únicamente problema de mi percepción y unos recuerdos distorsionados). La música, por ejemplo, la comparo con la de Eric Serra en las películas de Luc Beson 




Y la historia, incluso me parece mejor las de las películas de acción coreanas (cumbre del friki cine).




lunes, 26 de diciembre de 2011

Atrapadas en el tiempo

Hoy estábamos hablando por el msn mi familia (hermanos y madre) y yo y ha tocado ponernos melancólicos y recordar cosas que han quedado atrapadas en el tiempo y casi en el olvido. 

Mi hermano mayor se ha acordado de los petardos caseros que hacíamos con pastillas de clorato de potasio y azufre: se echaba un poquito de azufre en un papel fino de estraza, se le añadía una o dos pastillas de clorato de potasio, se hacía una pelotilla el papel y se tiraba contra el suelo con muy mala leche. En una ocasión mezclaron tanto azufre y tantas pastillas (tuvieron que subirse al tejado de la cantina para hacerlo explotar) que el estruendo mantuvo en alerta a todo el Destacamento durante una hora. Hasta que mi hermano mayor se "entregó"; aunque él no había participado en esta ocasión en la "broma pesada". Pero era quien había enseñado a mis otros dos hermanos a hacer los petardos caseros y se sentía culpable. Lo tuvieron encerrado en el calabozo durante dos horas, tiempo que utilizó en dibujar un comic pornográfico en las paredes. Tuvo que pintarlo.

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Mi madre se acordaba de la brillantina. Un acondicionador de pelo que venía en tubo y era transparente y pringoso. Dice que era como echarse aceite en el pelo. En una de las primeras citas que tuvo con mi padre, después de que él le acariciara el pelo durante un rato, fueron a tomar algo a un bar. Mi padre siempre pedía zumo de tomate por aquella época. Y se lo llevaron en un vaso largo de cuba libre. Entre la brillantina y la condensación del agua porque el zumo estaba frío, el vaso se le resbaló por la mano y le cayó directamente en la entre pierna. Gracias al abrigo de mi madre pudo volver a la Base sin que pareciera que se había orinado encima (aunque su hombría se vio algo mermada porque el abrigo era de color rosa). 

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Yo recordé la unidad Zip. Una unidad exterior parecida a un pen, pero a lo bruto y con tan poca memoria que ahora parece ridícula. En el estudio de arquitectura la utilizábamos para hacer copias de seguridad. Cuando el jefe quiso hacer copias de seguridad, metió la pata y copió la carpeta de archivos temporales. Así nos enteramos que las muchas horas extras que hacía después de marcharnos nosotros, se dedicaba a mirar porno, dato realmente irrelevante porque era el jefe; pero sí curioso, porque su mujer era muy guapa y todas las chicas que aparecían desnudas en las cookies de los archivos temporales, tenían algún defecto físico.





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Mi hermano mediano se desternilla de risa. Mi sobrinilla le ha pedido para Reyes, entre otras, unos calentadores. Él se los quería comprar antes -no cree que unos calentadores sean apropiados para ser considerados como regalo de Reyes, pero mi sobrinilla ha salido con un instinto del ahorro muy extraño. Se podría considerar casi tacañería, si no llega a ser porque todo lo que tiene lo comparte con sus amigas. Mi hermano se reía porque su primera novia tenía unos exactamente iguales a los que quiere mi sobrina: de color rosa fuerte. Y al mirar las fotografías a él le parecía algo arcaico y muy antiguo. 


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Mi hermano menor se acordaba de la escopetilla de plomos que a todos ellos le regalaron por los reyes cuando tenían entre 10 y 12 años -después ya no les gustaba el "juguete" y fue relegado al olvido-. Supongo que para muchas personas las escopetillas de plomos no se pueden considerar como algo relegado al olvido, perdido en la historia. Pero para nosotros sí. Nos criamos entre armas. La presencia de mi padre en casa era delatada por su pistola descargada en el aparador. Cuando llegábamos de la calle y veíamos la funda azul marino entre las llaves y las bufandas y gorros, sabíamos que él estaba dentro. Muchas mañanas nos despertábamos con el ruido de las bombas reales que utilizaban los soldados para las maniobras, y a primera hora de la tarde, a cualquier parte, desde la galería de tiro, llegaba el ruido de los disparos. Abrías cualquier cajón, en mi propia casa o en las de mis amigas, y podías encontrar balas sin disparar o casquillos ya disparados... Y lo peor, de tarde en tarde -por fortuna- se armaba alboroto porque durante la noche, durante la guardia, algún soldado se había suicidado o había sufrido un accidente (es curioso que siempre identifico las consecuencias de las armas con las primeras horas de la mañana -porque era cuando atacaban ETA y porque era cuando descubrían a los soldados en las garitas). 

No creo que exista una familia que odie más la presencia de las armas. Odio el ruido metálico que hacen al montarse, el hedor de la grasa con que están impregnadas, la falsa y excesiva densidad que tienen al peso... Las escopetillas de plomo puedes encontrarlas aún en cualquier armería a la que te acerques, pero para nosotros, es un objeto que ha pasado a la historia.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Soledad condensada

Un ratito de calma antes de la tormenta. Ya está todo preparado para la cena. Comenzarán a llegar los invitados a las 8:30. Primero el padre biológico de Guille, para poder estar con él unos minutos a solas, a las 9:00 el resto (cinco amigos de Guille y tres míos). En la TV el huesudo Jack de Pesadilla Antes de Navidad, canta; y Guille se ha obstinado en hacer una pirámide con los bombones y dulces de Navidad.

Toda la mañana en el supermercado y en las tiendas. Ha sido un día muy largo (¡y lo que queda!). Guille tiene un gran espíritu navideño. Ha ido todo el tiempo con un gorro de Papá Noel, al que se le encendían unas luces rojas. "Bon nadal", le decía todo dios, quitándose el gorrito -incluso a los mossos d'esquadra, quienes lo miraban con cara rara. 

En la cola del supermercado, delante de nosotros, había una señora de mediana edad. La señora tenía ganas de hablar. En lo que se tarda en atender a cinco personas, la mujer nos relató toda su vida. Estaba sola (por unos momentos creí que Guille la iba a invitar a cenar con nosotros). Iba a cenar una sopa de sobre y una pechuga de pollo, de postre, algunos mantecados; pero estaba muy feliz porque en la televisión echaban un programa de Isabel Pantoja que le gustaba mucho. 

He tardado mucho tiempo en darme cuenta de por qué no me gusta la Navidad. Es porque hace más evidente la soledad de algunas personas. Como si estas fiestas se dedicaran a echar sal sobre las heridas de algunas personas. (Ojalá Guille hubiera invitado a cenar a esa señora).

Cuesta abajo y sin frenos

Se acaba el año -bueno, faltan unos días, pero pocos. Momento de rememorar (en realidad cualquier momento sirve para recapacitar sobre lo sucedido). 

Algunos libros leídos:

El libro que más he disfrutado: En realidad han sido dos, uno de ellos releído y el otro medio releído. A sangre fría, de Truman Capote y La noche de los tiempos, de Antonio Muñoz Molina.

El libro del que más he aprendido: Patología de la Edificación. El lenguaje de las grietas, de Francisco Serrano.

El libro que más preguntas me ha suscitado: El relojero ciego, de Richard Dawkins. 

El libro que me ha dejado un hueco: Lo que me queda por vivir, de Elvira Lindo. Es como si a este libro fuera un puzle al que le faltara una pieza.

El libro al que jamás, jamás, jamás debí dedicarle un segundo de atención (único libro que me he arrepentido de haber leído -no sólo este año, en lo que llevo de existencia): En nombre del amor de Nicholas Sparks (mala suerte que éste sea el autor preferido de mi suegra. Creo que tiene -el autor- un valores éticos y morales equivocados).

jueves, 22 de diciembre de 2011

Pesadilla antes de Navidad



Me suelen gustar todas las fiestas. Me gusta la juerga. Voy con gusto a cumpleaños, saraos, cenas, celebraciones de cualquier tipo... sin embargo no me gusta la Navidad. Supongo que será reminiscencias de mi infancia. En mi casa no se celebró desde la muerte de mi padre (sólo en los últimos años mi madre ha accedido a ir con alguno de mis hermanos a almorzar el día de Navidad). 

Para mí es frustrante. Estos días se suelen hacer cosas diferentes a las del resto del año, y siempre con una expectativas por encima de lo razonable. No es posible pasarlo bien en las cenas de empresa porque todos parecen tener la obligación de emborracharse, y siempre hay alguno que se convierte en un bocazas y termina haciendo daño a quien menos lo merece. O las cenas de los colegios profesionales: parece una competición de "a ver quién la tiene más grande" -al menos en el de Guille: su grupito de compañeros de la facultad parecen competir constantemente por ver a quién le fue mejor en la vida, cualquier logro no parece obtenido para satisfacer el propio ego, si no para dar envidia a los compañeros-. Incluso los regalos que se hacen en estas fechas -los regalos que hacen las empresas, en concreto-. No piensan en las personas, se limitan en regalar "lo típico". Si lo hicieran no nos habrían regalado la misma empresa un jamón a Guille y otro a mí (si estamos moderadamente flacos: no creerán que somos capaces de tragar tanto porcino en el tiempo que tarda en estropearse un jamón). [Los jamones deberían venir con instrucciones para abrirlos: es complicado, más aún, es complicado hacerlo sin llevarse un dedo por delante]. Montón de dinero gastado, montón de comida desperdiciada, montones de regalos no deseados...

Mi madre me cuenta algunas navidades de su infancia. Las pasadas en un cortijo de la provincia de Sevilla. Recuerda que por esta época se hacía la matanza de un cerdo. Se emociona cuando numera todas las primas, tíos y familia -algunos de ellos ya fallecidos- que se presentaban para pasar esos días en el cortijo. Su cariño está puesto en el recuerdo del bullicio de la gente. Ella dice que ya nada emociona porque todo se ha vuelto cotidiano. Comidas que por aquel entonces se consideraban delicatessen, como el solomillo o el salmón, hoy sólo tienes que ir al supermercado y comprarlo si te apetece. Incluso añorar a las personas ya no es lo mismo: si las echas de menos, te conectas a Internet, pones la cam, y las ves, aunque estén en la otra punta del mundo. 

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La rana calva

Salió rana el negocio de Madrid. Una pena. Paseé como una pazguata por sus calles, envidiosa y asombrada: ¡Cuánta variedad de teatro y musicales! ¡Y en castellano!. Porque en Barcelona también los hay, puedo que incluso más, pero en su mayoría son en catalán. Sólo los actos que ocurren a lo largo de la calle Gran Vía, pueden satisfacer al más exigente de los turistas culturales durante uno o dos meses. 

El negocio: la crisis hace que subestimemos la inteligencia ajena. El sábado nos encontramos en un restaurante de la Gran Vía con uno de esos arquitectos de nombre kilométrico y apellidos compuestos lleno de artículos y rayitas. Un nombre añejo, muy acorde con su dueño. El tipo parecía una rana: achaparrado, piel cetrina, bola de billar por cabeza, boca enorme que tendía a permanecer abierta porque respiraba ruidosamente por ella y piernas zambas. Hora y media de conversación baladí durante la que no desaprovechó ni una oportunidad para echarse flores; y en la que tuve que torear sus descarados y burdos "lanzamientos de caña". No me habría sido tan antipático si el negocio hubiera sido, aunque fuera, remotamente razonable. Pero se trataba sólo de un descarado intento de que nos hiciéramos cargo del pago de las deudas que había ido acumulando su estudio de arquitectura desde hacía años -desde mucho antes del comienzo de la crisis-. Eran tan ridículas sus pretensiones que ni siquiera nos detuvimos a pensarlo. Una lástima, porque yo sí he mordido ya el anzuelo de esa ciudad.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Viaje de ida y vuelta bajo la influencia de la apnea

Nos vamos a Madrid este fin de semana. Será algo fugaz. Guille sale de Barcelona mañana por la mañana y yo de Málaga, desde la estación de María Zambrano. Hemos quedado para comer al mediodía con un arquitecto y ver la posibilidad de quedarnos con su estudio. Es lo que hicimos con los estudios de Málaga y Granada. Habían pertenecido a un ex jefe mío. Compramos los muebles y los equipos de ambos estudios y los contratos de los inmuebles se pusieron a nuestro nombre. Aunque originalmente nuestra intención era la de mantener también en nómina a todos los trabajadores, a final fue imposible cumplir esa promesa porque no había carga de trabajo suficiente. Me hace ilusión tener que desplazarme hasta Madrid por trabajo de forma regular.

Por la noche, la idea es conseguir entradas en algún espectáculo que merezca la pena, un musical o teatro y el domingo por la mañana algún museo. Vuelvo para Granada después de cenar.

Ojo, este viaje estaba previsto mucho antes de ir a visitar a la vidente, y fue una de las cosas que comenté con mi cuñada mientras esperaba en la salita. Además, un viaje que no dura más de tres horas, no es un viaje largo.

Friqui³

Pere me entretuvo durante un pedacito de la noche anterior, eterna, en la que la tecnología se había rebelado contra mí: la cinta de correr que alquilé en el gimnasio del Camino de Ronda para poder hacer algo de ejercicio mientras sigo resfriada, hace tanto ruido que la tuve que dejar por temor a molestar a los vecinos y el único de mis hermanos que es capaz de permanecer despierto hasta las tres o las cuatro de la madrugada (para él una hora menos porque está en Londres), estaba sin internet por culpa de una tormenta. 
Me parece increíble que, aunque me estuviera hablando desde la otra punta del mundo, cuando para mí era noche cerrada y con aún bastante horas de oscuridad por delante, para él ya fuera mediodía del viernes, y que estuviera tomándose un tentempié bajo el cielo nublado, pero luminoso, entre el bullicio diurno de una ciudad tranquila (nada que ver con el jaleo de un bar de Granada o Málaga, ni siquiera con los de Barcelona, que suelen ser más silenciosos).
Dice que aún son noticias de actualidad lo que ocurre en la central nuclear de Fukushima. No es que colee, es que están ocurriendo bastante cosas aún por allí (aunque el miedo inicial haya pasado). Me relee las noticias de su periódico por encima. La noticia que más me llama la atención es una que realmente, comparada con el agua contaminada de radiación del mar que deben almacenar en Fukushima, es insignificante. Un grupo de anti-fan encolerizadas de varios grupos de música pop para adolescentes han deteriorado más de 10.000 CDs (¡menuda burrada!!!) rociándolos con super glub o rompiéndolos con cuchillas. Lo más curioso es que al romperlos y al hacerlos inservibles cuando ya estaban expuestos en las tiendas (el gasto correrá a cargo de los vendedores) y al existir demanda, conseguirán que la venta de copias de esos grupos sea mayor a la real.

Me cuenta Pere que en toda Asia, principalmente en Japón, existe el fenómeno de los anti-fans. Son grupos de adolescentes que la emprenden contra cantantes o artistas (dicen que del amor al odio hay muy poca distancia). Les hacen auténticas burradas (como darles a beber zumos con super glub (pegamento al que sí parecen  ser fans), tirar piedras a sus coches, huevos podridos cuando están en una pasarela, escribir e-mails amenazantes...

jueves, 15 de diciembre de 2011

La ceguera de la vidente

Tengo tres hermanos y cuatro o cinco cuñadas (en este caso no cuento a la hermana de Guille). Dos de las cuñadas son fijas, las otras intermitentes, pero no simultáneas. Lo que pasa es que cuando dejan de ser novias de mi hermano tardan en irse, en desaparecer del todo. 

Ayer tuve la visita de una de mis cuñadas fijas, la única que me ha hecho tita. Me pidió que la acompañara a la "consulta" -pensé que iba al médico, y por supuesto, accedí-. Fuimos hasta la calle Santa Clara, en el barrio del Zaidín, de aquí, de Granada. Subimos hasta una quinta planta a pie porque el edificio, aunque alto, no tiene ascensor (ni posibilidades de ponerlo, a no ser que lo haga exterior -lo siento, deformación profesional- siempre me fijo en esas cosas). En una puerta de contrachapado barnizada, un papel plastificado con dibujitos sacados del Office, se leía: Fina ~ Vidente. (Aún no salgo de mi asombro). En aquel momento no dije nada, aunque me sorprendió porque mi cuñada es una persona muy racional (se me están descuajaringo los palos del sombrajo en los últimos tiempos con mi madre yendo a un curandero -que para colmo la cura- y con mi cuñada yendo a la vidente). Una señora mayor bastante maltratada por el tiempo nos abrió la puerta y nos hizo pasar a una salita pequeña -como de casa de campo- con mesa camilla con ropa de cama, una catalítica en un rincón, muchos cuadros de santos y vírgenes colgados en las paredes, entre los que se colaba alguna fotografía antigua de, supongo, familiares. Nos hicieron esperar unos 15 minutos, asegurándonos que con la vidente había otra clienta -sería del más allá o tendría la capacidad de evaporarse- porque, de ser real y/o de carne y hueso, forzosamente debería haber pasado delante de nosotras. La vidente, la tal señora Fina, era la doble de la mujer que nos abrió la puerta, pero disfrazada de rumana, con un pañuelo  en la cabeza del que colgaba falsas monedas doradas y que tintineaban cuando decía que sí o que no. A mi cuñada ya la conocía de otras veces. Pensó que  yo también quería que me leyeran las cartas (forma de ver el futuro de esta señora). Le dije que yo pasaba. Que prefería que no lo hiciera. Aún así la señora insistió. Se prestó a adivinarme tres cosas, si las adivinaba me leía el futuro y yo le pagaba, si no adivinaba una de las tres, ella me regalaba una estampita de una virgen milagrosa que me guardaría de todos los males. Accedí. Los tres cosas que me predijo:

1º.- Mi novio estaba muy lejos, en Japón.
2º.- Mi novio se llama Guille
3º.- Tengo previsto un largo viaje para estas Navidades.

Bueno... el burro no hizo sonar la flauta ni por casualidad. Supongo que la señora y su hermana (el parecido entre ellas no puede ser por simple mimetismo), escucharon la conversación que mantuve con mi cuñada mientras esperábamos y se hicieron un pequeño lío. Si se hubiera fijado un poquito, la "vidente" podría haber visto colgado a mi cuello el anillo de casada. No lo utilizo en el dedo porque en la obra es peligroso, te lo puedes enganchar con un saliente, puntilla o clavo y quedarte sin dedo (para no tener que estar poniéndomelo y quitándomelo, por temor a perderlo, lo llevo en una cadenita corta de oro). Es más visible que si lo llevara en la mano.

A pesar de ello mi cuñada quiso que le leyera las cartas (una sarta de tonterías ambiguas). Veinticinco euros le costó que le tomara el pelo. Más otros diez de comisión por un billete de lotería que supuestamente va a tocar (nº 10101). En fin, mi cuñada es adulta, más adulta que yo. No creo que tenga derecho ni siquiera a pensar lo que pienso (imaginad).

[Nota informativa para los usuarios del blog de Antonio Muñoz Molina: Gotardo, el webmaster de la página, sabe que hay problemas, que no se puede acceder a las entradas más recientes, y está resolviéndolo. Espera que quede arreglado en breve -no es que sea vidente, es que le escribí un e-mail y me respondió casi en el instante -¡qué tío más amable!-]

martes, 13 de diciembre de 2011

Historia de la puta mili... primera parte (la asquerosa)

Desde que nací hasta cumplir los 16 años viví en diferentes pabellones militares, bases aéreas y destacamentos. Un destacamento o base aérea no es muy diferente a un internado, con sus reglas, sus horarios inflexibles, sus obligaciones y casi nulos derechos... (como una cárcel). Los internados están llenos de alumnos y los destacamentos estaban llenos (cuando la mili era obligatoria) de adolescentes tardíos armados. Cien, mil, dos mil soldados de reemplazo. Y donde hay tanta gente, constantemente están pasando cosas (puede que por eso recuerdo mi infancia como una época muy activa). 

Los soldados por dinero o por mantener su honor, hacían cosas extravagantes, majaras, locas o asquerosas (o todas ellas juntas). 

Asquerosas: En Tablada, un soldado se apostó con otro que era capaz de correr por toda la base desnudo sin ser pillado. Esperó a la noche para hacerlo. El soldado de la garita no estaba avisado, se asustó al ver a una persona desnuda corriendo en mitad de la noche -que para colmo era muy fría- y le disparó -por fortuna con muy mala puntería- y el corredor se defecó del miedo. Los disparos alertaron a todos. El soldado fue arrestado. Lo obligaron a estar manchado y desnudo hasta el amanecer en el calabozo. 
En la Base Aérea de Armilla, por una apuesta, un soldado se comió el excremento de otro. Todos los que lo vieron vomitaron (como en The Body, de Stephen King). Tanto soldado vomitando alertó a las autoridades y arrestaron al soldado, le quitaron el dinero de la apuesta y le "cayó un puro".
En el Destacamento cercano a Bobadilla Estación. Por cabreo o venganza. Dos soldados que fueron pillados siendo mutuamente muy cariñoso el uno con el otro, los obligaron a quedarse el fin de semana (los fines de semana los soldado solían librar, se podían marchar a casa). Ambos estaban destinados a las cocinas. Ese fin de semana se dedicaron a coger gusanos y lombrices del campo. El lunes los echaron a las perolas (puede que de ahí saliera la leyenda urbana de los gusanos en el rancho). Para cuando se dieron cuenta del nutritivo pero asqueroso manjar, más de uno había metido la cuchara en el plato y tragado. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Mientras agonizo

Hoy he tenido un día completamente baldío (bueno, ahora estoy calculando los codales de un muro pantalla -el Cype calcula mientras yo escribo esto, después de haber metido los datos-) pero eso es prácticamente nada para un día tan largo. Ayer por la noche no podía dormir por culpa del resfriado, no pegué ojo hasta las 6 y media y a las 7 ya estaba en pie porque los señores del papel reciclado venían a recogerlo a las 8 y tenía que ducharme, desayunar y demás... En cuanto se fueron, bajé a la farmacia y faltando a mi costumbre, compré unas pastillas para la garganta y otras para la fiebre que me amuermaron hasta la hora de comer (me di un atracón de mandarinas). Por la tarde me volvió a subir la fiebre y me tomé otra pastilla -otra vez amuermada-. Las pastillas de la garganta no funcionan -son como caramelos que se chupan-, pero las de la fiebre realizan sobradamente su función. Mientras dormía en el sofá, he tenido un sueño de lo más extraño. Acababa de embarcar en un avión con destino a Barcelona, desde Granada (ahora los vuelos baratos que suelo coger para Barna salen de Málaga). No llevaba equipaje de mano. Estaba muy asustada y en cuanto el avión se estabilizó después del despegue, me quité un chaleco antibalas del que cayeron media docenas de balas aplastadas. Sabía que me había disparado Guille y eso me hacía llorar como una Magdalena. Me despertó la sirena de los bomberos que pasaba a toda pastilla por la calle (pasó de largo, nada grave cerca). Qué sueño más extraño. Incluso más extraño que esos sueños en los que vuelo. Sería más posible que volara, que Guille quisiera hacerme daño.

Las medicinas y dormir han hecho su función y ahora soy consciente de que estoy bastante recuperada y feliz por ello. 

domingo, 11 de diciembre de 2011

Divagaciones 7 u 8

El viernes un indigente me pidió algo para comer. Acababa de salir del supermercado y le di un bocadillo de los que acababa de comprar (queso y lomo). Se molestó. Lo tiró al suelo. Aunque en cuanto me giré, lo cogió. (Estaba envuelto en plástico -nada anti higiénico-). 
 
En la calle Recogidas y Camino de Ronda hay un gasolinera que está cerrada. El viernes se caía el revestimiento de una marquesina. La policía tenía acordonada la zona y supongo que fueron los bomberos para arrancar los trozos inestables. Pero el sábado, la cinta que habían puesto para impedir a los transeúntes caminar bajo la zona de peligro, estaba derribada. Hoy domingo ha llovido -espero que no termine nadie escalabrado-. 

He recibido las primeras felicitaciones navideñas. La de un compañero del Colegio de Arquitectos de Málaga es muy elegante: El boceto de una Virgen a lápiz (creo que copia de un cuadro de Rafael). Y otra es la cosa más fea que he visto en postal navideña, y de estética completamente nula: un Papá Noél regordete, con las mejillas encendidas, arreándole a los... ¿son ciervos? en el dibujo parecen gamos, del trineo. Se abre la postal y a la vez que suena una musiquilla como de máquina tragaperras, se enciende una luz roja intermitente. 

Si te dicen que caí...

... serán habladurías.

Mi madre vive (o al menos tiene su casa) en un pueblo de la provincia de Málaga: Villanueva del Rosario. Es un pueblo pequeño, con algunas zonas bonitas, pero por lo general, un pueblo hortera (viviendas inhumanas de tres o cuatro plantas -edificadas con trampas urbanísticas-, que si bien pueden ser utilizadas por personas jóvenes, se hacen inútiles en cuanto quien las edificó a su gusto, cumple 50 años y comienza a tener achaques-). Aunque ellos se siente el ombligo del mundo porque siempre andan comparándose con Villanueva del Trabuco (que es un pueblo aún más pequeño). 

Mi madre se volvió un culo inquieto en cuanto se recuperó de la depresión nerviosa en la que cayó a la muerte de mi padre. Vive pocas semanas en su casa. Tiene amigas nuevas y amigas que no la olvidaron en su tiempo y andan todo el tiempo de un lado para otro. También tiene un medio novio con el que pasa grandes temporadas en los pueblos de la Alpujarras granadinas. 

Hace unos meses pasé ocho días intermitentes con ella en su casa (aún me conserva una habitación, por si algún día la necesito). Tenía una culebrina (un herpes zoster) que la mantuvo en la cama con dolores bastantes días (y, dato que me descuajaringa mi idea sobre la medicina, terminaron curándoselo con pólvora porque la medicina tradicional no le funcionaba). Durante esos días hice la compra de mi madre en el supermercado más cercano a su casa -una tienda muy parecida a los bazares asiáticos- donde vendían de todo -desde toallitas para la higiene femenina a delantales, pasando por esas pulseras que estuvieron de moda hace, parece ya siglos, que supuestamente ayudaba a mantener el equilibrio). En algún momento, mientras esperaba a que me atendieran, se ve que hablé con los juzgados de Málaga (por aquellos días andaba con una pericial complicada de exceso de edificabilidad, si mal no recuerdo, tuve que exigir un receso para la presentación de la pericial). 

Tengo mala fama entre la gente del pueblo de mi madre (la razón no la sé). Mala fama + ser arquitecta + juzgados + detención del alcalde en Villanueva de la Concepción -un pueblo cercano- por cohecho y especulación urbanística = Estoy implicada en lo ocurrido en ese pueblo (el que ni siquiera he pisado). Mi madre se enteró esta mañana cuando paseaba. Se encontró con una vecina, estuvieron hablando, y salió el tema. ¡Uf, qué majara está la gente! Por supuesto que ella lo negó, pero sospecho que no me he librado de ese delito al que ni siquiera le había prestado atención porque suele ocurrir demasiado a menudo para ser llamativo (lo malo es que ahora mi madre me culpa a mí: "¡Como es la gente aquí y ti no se te ocurre nada más que hablar con los juzgados en un lugar donde todos te pueden escuchar!". Hoy sólo estoy cabreada, dejo para mañana desternillarme de risa. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Las buenas noches de un fantasma

Los músculos de los brazos de Guille están endurecidos por el ejercicio. Apoyar en ellos la cabeza es como hacerlo sobre la tapicería de una silla de anea. Aún así, en ninguna otra parte me gusta más tener apoyada la mejilla: mientras vemos una película, cuando me cuesta dormir, durante unos minutos, al final del día, si ha sido complicado... Estos días está fuera, en casa de sus padres, ayudandole a trasladar un montón de cajas del despacho de abogados que cierran a un almacén (animalico mío). Ahora me cuesta dormir porque estoy algo resfriada (nada importante, un resfriado normal -soy una quejica, la verdad, porque no estoy acostumbrada a estar enferma-. Anoche recordé la forma de darme las buenas noches mi padre (de eso hace más de 24 años). Me remetía el embozo bajo la almohada. Hice lo mismo. Mi cabeza en medio (tengo la costumbre de dormir boca arriba cuando Guille no está, pegada a sus espaldas, de costado, cuando está), la almohada abultada a derecha e izquierda por el nórdico bajo ella: estaba encapsulada como una mariposa en su capullo. Dormí de un tirón, como un lirón, hasta que los pocos pájaros de los árboles de la plazoleta que hay frente a casa, me despertaron. Es ridículo que minucias como ésta, estando como está el mundo, me haga feliz... pero qué más da: no hago daño a nadie, ¿no?

viernes, 9 de diciembre de 2011

En ausencia de Guille

El padre no biológico de Guille cerró el despacho que tiene junto al Barrio Gótico de Barcelona. Guille es muy buena gente: hace dos años, por Navidad, le tocó a la lotería 300 € y se los gastó íntegramente en comprar mantas para los indigentes. Cuando estaba en el internado, la hora que más odiaba del día, era la última de la tarde, cuando todas las niñas externas se habían marchado y los enormes portones de la entrada se cerraban. Me invadía una sensación desabrida de desamparo. Durante los más de 35 años que el padre no biológico de Guille ha ejercido de abogado ha acumulado toneladas de papel, expedientes antiguos. La mayoría los ha tirado, pero hay muchos otros que deben ser trasladados a un almacén del puerto. Quince mantas a cuadros marrones, morados y naranjas, de alta calidad pero tan horteras que Guille consiguió que se las vendieran a mitad de precio. Guille, ayer, antes de irse con desgana y después de hacer el remolón en el sofá un rato, me preguntó si pensaba que era tonto. Cuando Guille se marcha dejándome atrás, vuelvo a sentir la desabrida sensación de desamparo, reminiscencia del internado. Este año aún se pueden ver algunas de las mantas a cuadros naranjas, marrones y morados, aunque ya bastante sucias y deterioradas; a pesar de ello, me llena de orgullo ver a algún indigente envueltas en ellas. El hijo biológico del padre no biológico de Guille está demasiado ocupado para ayudar a su progenitor a trasladar las cajas de expedientes; no creo que Guille sea tonto por sí tener tiempo para ayudarlo. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

Presunción de culpabilidad

Mi primer novio de la facultad fue detenido. Según los periódicos, por habérsele encontrado un alijo de 60 kg de hachís, en la realidad: por tener una maceta en el balcón con una planta macho de cannabis (las cuales ni siquiera sirven para obtener droga). Durante 36 horas estuvo incomunicado. (Te pueden encerrar aunque seas inocente). Los 60 kg salieron de pesar la plantita (minúscula, unos 200 gr), la tierra de la maceta y el tiesto; y sospecho que incluso al policía (canijo y menudo) que se la llevó embrazos. 

Los supuestos hechos de una de mis últimas periciales: un anciano vive en un edificio en una de las calles más famosas de Málaga. Es un edificio de renta antigua. El anciano recibe una pensión mísera y no se puede trasladar. El dueño del edificio no hace las reparaciones necesarias y un día el falso techo del baño se le cae encima, produciéndole una brecha en la cabeza y varias heridas en la cara (sobre todo en la nariz). Durante el juicio se demostró que el anciano tenía la costumbre de golpear el techo con el palo del cepillo de barrer y que el dueño del edificio se había gastado en reparaciones cinco veces más la cantidad que sacaba de beneficio. (Una de inmediato se ponía de parte del anciano, porque tenía cara bonachona, simpática, como de Papá Noel). 

El último jefe que tuve en Granada. Él y su socio fueron contratados por una cooperativa. Un puñado de personas se habían asociado para construir sus viviendas, para las que se habían tirado ahorrando media vida. La cosa comenzó funcionando bastante bien. Compraron el terreno, lo dividieron en parcelas, a cada familia se les hizo un proyecto acorde a sus necesidades y gustos... Cada familia ingresaba todos los meses en una cuenta que estaba al nombre de mi jefe y su socio, una cantidad más o menos cuantiosa. Para retirar cualquier cantidad de esa cuenta, por pequeña que fuera, los cheques debían estar firmados por ambos socios. Cuando fueron a pagar la estructura de las viviendas, se dieron cuenta que la cuenta estaba casi vacía. Acusaron del desfalco a ambos socios. Durante el juicio se descubrió que el socio de mi jefe había falsificado su firma. 

Acusan a Iñaki Urdangarin de haber cobrado cantidades desproporcionadas por trabajos no realizados o por emitir informes ridículos. Parece ser que son hechos probados, pero... dada mi experiencia, prefiero esperar antes de considerar culpable a quien, puede, tal vez (remotamente, según los datos que están proporcionando la prensa) es inocente. No creo que este sujeto tenga más derechos por disponer de un titulo nobiliario, pero tampoco creo que tenga menos. 

(Dejo para el siguiente post el hablar de la injusticia de tener que pagar una monarquía).

martes, 6 de diciembre de 2011

Silencio: un paso hacia la oscuridad

Suicidas:

1º.- Gema, hermana mayor de Maica, mi compañera de clase en el instituto. Se tiró desde un 7º piso. Quería castigar a sus padres porque se negaban a pagarle una operación de cirugía estética: su nariz era picuda en el puente, pero como siempre utilizaba gafas, lo disimulaba bastante.

2º.- Mi compañera de piso Inés, durante la carrera. Suicidio frustrado. Le iba muy mal en los estudios y estaba enamorada de uno de sus compañeros de clase que se burlaba de ella. Realmente no quería suicidarse. Se tomó una caja de aspirinas por la mañana. Nos avisó de inmediato. Una compañera de piso que estudiaba enfermería la tranquilizó. "Las aspirinas no hacen nada. En dos días no te dolerá nada". En mitad de la noche se levantó con las sábanas empapadas en sangre. La había excretado. Tenía una úlcera en el estómago y la ingesta masiva de aspirinas, hizo que la sangre no le coagulara. La operaron de urgencia. Casi muere esa noche. 

3º.- El jefe de mi hermano más pequeño, el que ahora vive en Londres. Esto fue una muerte esperada y anunciada (y nadie hizo nada por evitarlo). Era dueño de una tienda de motos en Madrid, de la marca Yamaha. Mi hermano era el encargado de los recambios. Durante un tiempo la tienda fue muy bien. Incluso patrocinaba a un chaval que corría en motocross y que era su amante. Le gustaba rodearse de chavales jóvenes y guapos. Cinco o seis. Los llevaba a jugar al bingo, les compraba a todos el mismo traje, les obligaba a ponerse pendientes de  oro en las orejas y los pezones... incluso si no hubiera empezado a ir mal las ventas de motos, le hubiera sido muy difícil seguir con el tren de vida que llevaba. Cuando comenzó a asfixiarle las deudas, anunció a diestro y siniestro que se iba a suicidar. Incluso le regalaron una cuerda para que lo hiciera (alguien con un humor bastante macabro). Muchos sabían que era la alternativa más cómoda que le quedaba. Hizo un agujero en el dintel de la puerta del salón, se cortó las venas, se tomó un paquete completo de somníferos y media botella de tequila mezclada con sal. Pasó la cuerda por el agujero, la anudó al dintel y luego se la pasó por el cuello. Lo encontró mi hermano, cuando aún estaba caliente.

4º.- Mi tío. Hermano de mi madre. Uno de los pocos de la familia a los que la dislexia le hizo ser un analfabeto funcional. Pero había encontrado un trabajo que le gustaba mucho. Cuidaba una finca de una escritora alemana en la provincia de Málaga -el detalle de que "la señora" fuera escritora, me enteré hace muy poco, aún no me he enterado del nombre, pero lo estoy investigando-.  La escritora, por estar mal de salud y querer estar junto a su familia, volvió a Alemania. Los nuevos dueños de la finca no necesitaban de los servicios de mi tío, pero él había cotizado desde muy joven y ya podía disponer de una pensión. Además, en la finca, con comida, transporte, casa... no había tenido gastos apenas y había ahorrado mucho. Se compró un piso en un pueblo de la provincia de Sevilla. En Constatina. Se deprimió. No servía para llevar una vida ociosa ni para estar encerrado entre cuatro paredes durante la mayor parte del día. El día 7 de diciembre del año pasado cogió una bufanda, descolgó la lámpara de su cuarto, ató la bufanda al gancho de la lámpara y se ahorcó. 

Conclusión: Todas esas muertes podrían haberse evitado si sólo hubieran tenido quien los escuchara.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Ladrones de ideas

Durante los últimos años de carrera trabajé para un profesor en su estudio de arquitectura. Casi todo el trabajo se reducía a hacer de delineante o recadera, pero de vez en cuando, cuando necesitaba incrementar su currículo, me pedía ayuda para escribir algún artículo y, en una ocasión, incluso para redactar unos apuntes que terminaron convirtiéndose en un librito publicado por la facultad. Imaginad a un ciego ayudando a caminar a un miope entre las penumbras. Mi profesor era muy bueno como profesor y como arquitecto, pero era pésimo redactando (resulta muy complicado pasar las ideas que se guardan entre oreja y oreja a papel de forma fidedigna). Cuando la fecha se nos echaba encima y aún no habíamos terminado el artículo que debía ser publicado en alguna revista de arquitectura (por lo general en Alzada), pasábamos la noche en vela, rodeados de revistas y libros (mi profesor no se fiaba de Internet, decía que estaba plagado de errores). Montábamos auténticos Frankenstein, pillando información de unos y otros artículos, copiando con descaro, sin apenas modificaciones. Si en alguna parte se decía de Moneo: "En 1973 Moneo había establecido su estudio en Madrid, compaginando desde entonces el diseño arquitectónico con la enseñanza"... nosotros escribíamos: Desde 1973 Moneo vivió en Madrid, donde compaginaba la enseñanza con el diseño arquitectónico. 

Nunca lo acusaron de plagio, y muchos profesores sí lo leían, incluso lo felicitaban. Supongo que habrá continuado haciendo lo mismo con la pardilla que me sustituyó. 

Mi profesor lo hacía por su necesidad de avanzar; yo, por no atreverme a negarme (ahora ya sé decir que no, pero por aquel entonces era complicado negarme a algo que sabía que estaba mal, pero que era ordenado por alguien que me pagaba -admito que lo justo: trabajaba muchas horas, pero aprendí mucho durante ese periodo- y que tenía en su mano aprobarme o suspenderme las asignaturas que me impartía). Ambos lo hacíamos por ignorancia, por incapacidad para hacer algo a lo que estábamos obligados. 

Por lo general la acusación de plagios a escritores famosos, son falsas. Es muy fácil identificar nuestras propias ideas (o fantasías) en algo que hemos leído. También están los "letras heridas" que intentan sobresalir de esta forma (dándose a conocer acusando al desdichado escritor encumbrado de turno, de haberle robado las ideas). Pero hay escritores con renombre (o con nombre conocido simplemente) cuya acusación de plagio ha tenido fundamento, como Camilo José Cela con su Cruz de San Andrés (libro pésimo donde los haya -ya puestos a plagiar, podría haber buscado algo bueno) o Lucia Etxevarría (por diferentes escritos). ¿Por qué lo hicieron estos escritores? ¿Ausencia de ideas propias? ¿Un agujero en su imaginación que lo abarcaba todo? ... No lo creo. Sospecho que la imaginación del escritor y del arquitecto son idénticas, al menos en su funcionamiento, y que comienza a existir cuando te pones delante de una página (o pantalla) en blanco y con un lápiz (bolígrafo, pluma o teclado) entre los dedos y te obligas a dar solución al problema que tienes. Así que, los escritores encumbrados, ¿plagian por pereza?




sábado, 3 de diciembre de 2011

Navidad o día del orgullo gay?


Hoy he paseado por el centro de Granada. Ya están encendidas las luces navideñas. Con la que está cayendo y este Ayuntamiento cree necesario e imprescindible gastarse un pastón en luces nuevas para iluminar la ciudad durante estos días. ¿Por qué no aprovechan las de años anteriores? En mi casa nunca se ha celebrado la Navidad, pero mis cuñadas sí lo hacen y los adornos de un año lo utilizan para el siguiente, comprando, a lo sumo, alguna pieza nueva para sustituir las que se rompieron. En la calle Mesones han colgado lámparas de araña (imitación, hechas con led encapsuladas).  En la plaza Bib-Rambla -Dios mío, qué dolor a los ojos-, hay un enorme árbol navideño junto a la fuente, un esqueleto metálico con iluminación y colgados entre los árboles, figuras de caramelos y estrellas.

 En las calles Recogidas y Reyes Católicos, han puesto, también hechos con led encapsulados, paneles con círculos, corazones y estrellas, cada uno de un color (parece que dieran la bienvenida al día del orgullo gay)


Al parecer es diseño de Ágata Ruiz de la Prada (estando el marido de esta señora a la derecha de la derecha, una se pregunta si habrá habido "amiguismo" o todos los diseñadores se habrán podido presentar a un concurso público? ¿Cuánto se ha pagado por este diseño? Los nombres tan encumbrados cuesta más la propia marca que el objeto en sí).

El eco de la soledad

Han pasado dos o tres meses desde la última vez que estuve en el Colegio de Arquitectos de Granada. No es de extrañar. Antes era imprescindible ir para resolver el mínimo papeleo, ahora se hace todo telemáticamente. Incluso los certificados conjuntos del aparejador-arquitecto de los finales de obra, se hacen sin la necesidad de tener que desplazarse. El viernes fui porque tenía que recoger un libro de órdenes de una obra. Supongo que con el tiempo también terminarán informatizándolo, pero de momento, como hay que recoger el libro físico, es imposible hacerlo de otra forma. La última vez que fui, había en recepción tres personas: una arquitecta recién salida del horno, que se ocupaba del teléfono y dos administrativos (parecían Zipi y Zape, pero calvos y viejos). Ahora no había nadie en recepción y las luces estaban apagadas. Sólo había dos arquitectos en el interior, en lo que sería parte de la administración del colegio. Están tan cargados de trabajo que tardaron tres días en visarme un plano (cuando antes era inmediato). Por supuesto este año no habrá regalo de Navidad (todos los años nos daban a los colegiados un objeto bastante inútil, pero bonito, como recuerdo). Sería absurdo que lo hicieran, teniendo en cuenta que han despedido a muchas personas. Las que no se apartan de mi recuerdo, son los dos administrativos. Eran algo mayores -cuarenta y bastante- (mayores para adaptarse a un nuevo trabajo).

Estuve paseando por el Colegio vacío. Hay gente, pero como agazapados en sus escondites (no vayan a verlos también a ellos y despedirlos). El ruido de las pisadas rebotaban en las salas vacías. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Dos peritas y un rabo de lagartija

Pere, Pedro, en catalán se pronuncia Pera. Un arquitecto hace peritajes, por lo que se considera un perito. Perita en algunas partes de Málaga tiene el significado de "algo bueno". Pere y yo nos llamamos mutuamente Perita.

Pere es un amigo de la infancia de Guille. Eran vecinos y fueron al mismo colegio. A Pere lo conocí un viernes por la tarde del mes de septiembre de hace tres años, cuando coincidimos en el Jazz Room de Barcelona. Él, aunque ya salía con Raimon, iba acompañado por un chaval imponente al que no hemos vuelto a ver.

Pere es sosegado, tranquilo, parece incapaz de alterarse por nada, tan culto que cualquier dato se puede conocer antes preguntándole a él que consultando en internet. Aquel primer día Pere dijo: "Cuando era adolescente estuve enamorado de tu novio. Me mataba a pajas pensando que me lo montaba con él". Guille, que aún no me conocía muy bien, protestó, temiendo que me asustara su sinceridad; pero yo estaba encantada. No había tenido conciencia que, a los ojos de los demás, nosotros ya eramos pareja. Guille era tan maduro y formal que ni me había atrevido a imaginar que nuestras frecuentes salidas juntos fuera algo diferente  a simple amabilidad por su parte.

Pere llama a Guille rabo de lagartija porque sólo se está quieto cuando cae la noche. Aunque Guille y yo no hubiéramos terminado juntos, sospecho que la amistad con Pere se habría consolidado y hecho muy estrecha. Tenemos bastante cosas en común, entre otras, que ambos, siendo más bien insomnes, estamos casados con marmotas. Nos buscamos cuando los demás duermen para, como dice él, "marujear". Ayer estuvimos marujeando hasta que él se tuvo que ir a trabajar y yo a dormir. Está preocupado porque Raimon tiene un trabajo algo precario. Estar casados le da la seguridad de que, si le ocurre algo a él, Raimon recibirá una pensión que le permita vivir con algo de dignidad, con las mismas comodidades a las que se ha acostumbrado desde que viven juntos, al menos. Me hubiera gustado tranquilizarlo, decirle que todo seguirá igual, y que es complicado que le quiten unos derechos ya adquiridos, pero no he podido (no he querido mentir). 

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lluvia cálida o el cuerpo de Dios

Entre uno de los muchos idiomas que traduce con fluidez Pere, está el japonés. Ahora mismo está en Tokio con un empresario textil catalán (animalico mío, espero que no haya durante su estancia ningún terremoto porque le dan mucho miedo). 

A Pere no le gusta la música pop japonesa actual (dice que parece que todos los cantantes se imaginaran dentro de un manga de baja calidad), y menos aún le gusta la estética de estos artistas (palabras suyas: "Es como si a un árbol raquítico de navidad lo cargas con todo lo que encuentras en el armario de tu abuela"). 

Sin embargo, me temo (los amores platónicos suelen ser frustrantes) que se ha enamorado de este tío (que no es japonés, sino coreano -coreano aún no lo habla, creo-). 


¿Azar, genética o insensatez?

Dice mi madre que soy "clavadita"  a mi padre. No físicamente -físicamente me parezco más a ella- pero sí en la forma de ser. Incluso dice que he heredado la gesticulación (supongo, sabiendo que los gestos no se heredan, que se debe a un mimetismo de cuando era pequeña). 

En una de las muchas carpetas de papeleo que conservo de él, hay un montón de propaganda electoral de IU y PSOE. Dice mi madre que él no tenía ninguna inclinación política, pero si conservaba esta documentación, supongo que sería por algo. Uno de mis primos -todos mis primos son mayores que yo- recuerda con toda nitidez que su padre y el mío hablaban sobre partidos políticos durante las primeras elecciones libres en este país y que se inclinaban claramente hacia la izquierda.

En mi casa nunca se ha hablado de política. Era algo que nos resultaba completamente indiferente. Ahora uno de mis hermanos se inclina hacia la derecha, influenciado por su esposa; a los demás sigue sin importarles nada (creo que nunca han votado en su vida). Yo, al  contrario que ellos, siempre he tenido mucha conciencia cívica y desde que cumplí los 18 años no he dejado sin introducir mi voto en una urna cuando ha habido elecciones, y siempre inclinada hacia la izquierda.

Nunca he estado influenciada por nadie para votar a uno u otro partido. Nadie me intentó aleccionar cuando era pequeña y menos de mayor. ¿Por qué tenemos una inclinación política u otra? En una ocasión se lo pregunté a un profesor de economía que también era político (era del PP, tenía algún alto cargo en la Generalitat). Él me aseguró que votamos lo que "hemos mamado". Pero en mi caso no fue así. En política he sido completamente "virgen". ¿Por qué tenemos unas tendencias políticas u otras? ¿Simple azar? ¿Insensatez, por imaginar que somos "más guais" si votamos a unos o a otros? ¿Por rebeldía, para ir contra el sistema? ¿O es un gen que nos hace pensar de una u otra forma? Qué miedo si la respuesta fuera esta última: podrían imponérsenos una dictadura desde el nacimiento si nos activaran ese gen en concreto.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Divagaciones no sé cuántas y una más

Esta mañana hemos estado buscando local en Granada. La situación se alarga aquí y es incómodo vivir y trabajar en el mismo sitio (principalmente porque no existe una frontera clara entre el momento de trabajo y el de solaz, terminas trabajando más de lo debido y con remordimientos de conciencia por no trabajar incluso más). De los siete locales que hemos visto todos tenían algo en común: eran excesivamente caros -incluso más caros que en Barcelona-, seis tenían cuarto de baño incluido, cinco habían sido inmobiliarias, en cuatro aún había una fotocopiadora -las que ya no quieren ni para chatarra-, tres eran exclusivamente interiores, dos no cumplían la normativa de minusválidos, uno tenía una rata muerta (el de la inmobiliaria incluso se puso rojo de ira) y cero patatero, ninguno nos gustó.... seguiremos buscando.

Nos hemos librado de los vecinos ruidosos. Han durado lo que un caramelo a la puerta de un colegio: nada (qué suerte!). El domingo entraron en el sótano del edificio para acceder a un patio interior donde a uno de los niños de una vecina se le había caído una pelota. Detectaron una gotera en el techo del sótano y sólo podía ser del piso de los ruidosos. Intentaron acceder al interior del piso y los inquilinos se negaron en redondo (Aquí no entra ni dios, porque no me sale de los cojones -fue la respuesta exacta que dieron-). Llamaron al dueño del piso que vino con la llave y permitió el acceso. Alucinaron los que entraron. En el salón de la vivienda todos los muebles estaban desplazados, junto a las paredes, y en el centro habían colocado enorme macetas con plantas de cannabis. El agua de las goteras del sótano era la que se filtraba del riego de las macetas. No han querido denunciarlos (creo que por miedo). Pero todos estamos contentos por que se han ido.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Vidas paralelas

Tuve un profesor de arquitectura que al final también fue mi jefe. Ayer me invitó a cenar. Dice que añora aquel tiempo (como si fuera muy remoto, aunque sólo han pasado 4 años). Me cuenta con una sonrisa en la cara -en toda la cara- que se ha divorciado. La razón: que hacía mucho que su mujer y él ya no se querían, sólo se soportaban mutuamente por los niños: un niño y una niña. Ahora los hijos han crecido y ya no tienen reuniones de padres a las que ir, ni fiestas de compañeros de curso a las que asistir. Era una familia de pijos por imposición materna. Mi ex jefe me hace notar que ya no va disfrazado. Que desde que se separó de Magdalena, no se ha puesto ni una vez camisa que necesite gemelos, y que ni siquiera sabe dónde están los puñeteros pañuelos de bolsillo o las horquillas de las corbatas. A pesar de haberse librado de un matrimonio que era como una rueda de molino atada a su cuello, se le ve derrotado a ratos, envejecido. Es la crisis. En el estudio ahora sólo trabaja una delineante y él. Ha tenido que aprender a dibujar con AutoCad y cada vez que necesita material de oficina, se da el paseo hasta Ofiservist. Solía ganar en un mes lo que ahora gana en un año.

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[Spoiler] Hace poco leí un libro de Antonio Muñoz Molina: La Noche de los Tiempos. Me gustó mucho, aunque la historia es bastante normal (lo traigo a colación porque mi ex jefe me ha recordado a Ignacio Abel -el protagonista del libro-). Un arquitecto con éxito, casado con una mujer por conveniencia y con dos hijos, se enamora hasta el tuétano de una joven extranjera, y de trasfondo el inicio de la Guerra Civil. La historia de amor es bastante convencional. A veces creo escuchar a Adela (la mujer del protagonista, que intentó suicidarse al enterarse de que el marido tenía amante) llamando al programa Hablar por hablar. ¿Qué consejos recibiría de la gente? "Eres fea, estás echa una vaca: confórmate con las migajas que deja la amante."...o "Cástralo!".
¿Qué haría yo si Guille tuviera una amante? Cuando hace unos meses conocí a su ex novia, a la única que tuvo desde la adolescencia, se podría decir que enfermé: estuve un par de días triste, sin apetito y con dolor de cabeza; y eso que no existía ninguna razón para los celos. Si Guille tuviera una amante, supongo que el principio sería la tristeza y la enfermedad, pero nunca el suicidio. Luego lucharía, intentaría seducirlo de nuevo, convertiría en realidad las más sucias de sus fantasías -si sólo fuera sexo, sé que llevaría las de ganar-. Pero no siempre es sexo. ¿Cómo podría luchar si se enamora de alguien más guapa o más lista que yo -o más cariñosa-?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Secretos de Estado


La fotografía corresponde al lugar donde viví durante mi infancia. En el 2004, Google Earth, por tratarse de un recinto militar, consideró apropiado censurar la zona. Absurdo, la verdad, porque la "tierra caliente", donde se almacena el armamento, está completamente visible, con la indicación minuciosa de las vías de comunicación para llegar a ella. 

En la actualidad, Google Earth, ha olvidado la censura. 

Hace poco mi marido, por la medición de un terreno, tuvo que ir cerca y lo acompañé porque quería enseñarle dónde había vivido los primeros años de mi vida. Tres minutos fueron los que nos permitieron estar pegados a la alambrada. 

Google Earth muestra con todo detalle cada uno de los edificios. 


Fotografía atrapada con el Google Map. Al fondo, a la izquierda, la garita de entrada, junto a ella, entre los árboles, la casa del capitán, a la derecha el edificio propiamente militar: cocina, capilla, calabozo, pabellón de los soldados, cantina... etc. Nos gustaba (a los niños que vivíamos allí) jugar junto al muro. Entre la alambrada y el muro había una masa vegetal que nos ocultaba a la vista de quienes pasaban por la carretera exterior. Nos permitía imaginar que estábamos aislados del mundo (lo único malo es que cerca de la garita había un nido de alacranes -yo fui una de las pocas que se libró de sus picotazos-). 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un mundo aparte

A veces los temas que se escuchan por ahí son monotemáticos. Hoy escuché a tres personas quejarse de un programa que emiten en Telecinco. Trata sobre famosos y dura horas. A mi madre le gusta. En más de una ocasión me ha hablado de esos personajes que ella considera tan cercanos y he tardado en comprender que no me hablaba de alguno de mis primos o amigos de la familia. Comprendo que a mucha gente no le guste (a mí no me gusta, y no lo veo -en realidad no veo casi nada de tv-), lo que me cuesta más trabajo comprender es por qué exigen, enfurecidos, que lo quiten. Tiene mucha audiencia, a bastante gente le gusta, se emite en una televisión privada -no lo paga mis impuestos- y, por supuesto, nadie pone una pistola en la sien para obligarlo a ver. 

Hoy día se puede escoger qué ver, cuándo e incluso auto censurarse. Dependiendo de qué medios veas, la crisis es un bache o un precipicio, el alto al fuego de ETA es una buena noticia o es una vergonzosa bajada de pantalones del gobierno... Casi podemos vivir en Un Mundo Feliz, todo depende del cristal (tendencias políticas de los medios de comunicación) con que se mire 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Dudas, alucinaciones y cintas de vídeo

Dudas: Me he leído prácticamente de una sentada, sin apenas percibir el exterior, siendo poseída por el libro: A sangre fría. En realidad me lo he releído. Lo leí cuando era una adolescente (si se considera adolescente a una pardilla de 15 años -aunque mi madre dice que ya nací vieja-). Lo que había olvidado (o no dado la suficiente importancia) es el hecho de Dick Hickock no mató a ninguno de los Clutter. Fue idea suya el robo y él puso los medios para llevarlo a cabo, pero no asesinó directamente a nadie. ¿Es lícito que se castigue con la horca a alguien que no ha matado con sus propias manos? Otro detalle que había olvidado -en la película sale menos, pero en el libro se hace más hincapié sobre este dato- es que Perry Smith se preocupó del bienestar y comodidad de las víctimas (llevar una silla al baño para que se sentara la señora Cutter que estaba enferma, arropar a Nancy, poner a Keyon en el sofá y colocarle un cojín bajo la cabeza porque tosía, acomodar al sr. Cutter sobre la caja de colchón para que no obligarlo a tumbarse en el frío suelo...). Este detalle es uno de los que les da a la policía indicios de que son dos los asaltantes. Uno capaz de matar a sangre fría y otro que se preocupa por el bienestar de las víctimas. Sin embargo es el mismo Perry Smith quien tiene un comportamiento tan contradictorio.

Alucinaciones: Hace poco han alquilado uno de los pisos bajos del bloque donde tenemos el estudio patera. Es un grupo de estudiantes. Son ruidosos, muy desagradables y bastante idiotas. Hace dos noches se tiraron de la una a las cinco de la madrugada cantando, zapateando y molestando al vecindario. Llamar a la policía local no sirvió de nada porque no tienen suficientes efectivos para mandarlos a silenciar a un grupito de indeseables. Esta mañana lo comentaba con Nieves, nuestra limpiadora, y en ese momento llegaba el chaval que viene a cobrar los periódicos (a Guille le gusta recibir, cuando estamos en Granada, el Ideal y el Marca -yo prefiero el soporte digital y la ignorancia-). Entre susurros se ofreció a darles una paliza por 300 € (100 por cabeza -son tres-). Le dije, bromeando, que deberían ser 250€ porque uno de ellos es canijo y poca cosa. Se puso serio. "Esos son los peores -dijo-. No controlas bien las fuerzas, le arreas un poquito fuerte sin querer, y lo dejas frito". Prefiero creer que es una bravuconería del chaval, aunque recuerdo que en más de una ocasión lo he visto con los nudillos destrozados.

Cintas de vídeo: La tecnología envejece tan rápidamente que la fotografía de un salón de hace una década, ya parece añeja, pero no, como ocurría hasta hace poco, por el cambio de la estética en los muebles, o la terminación de las paredes -qué raro es ver ya una pared con gotelé-, y los colores fuertes de plaza de toros -el albero o el burdeos han dejado paso a los pastel-. Es por los "aparatos" que atestan los muebles. La tele que tenemos en el piso de Barcelona sólo tiene una salida usb para conectarle un "pinganillo" -también conocido como pen-. En la sala de estar del semisótano de mi madre aún hay una tele de esas que tenía más fondo que alto, debajo tenía un reproductor de vídeo y otro de DVD. El reproductor de vídeo se murió ayer. No hay forma de volverlo a la vida. Mi madre estaba desconsolada. De mi padre tenemos pocas películas, pero las pocas que tenemos, están en vídeo. Menos mal que he encontrado aquí dónde pasan películas de vídeo a digital. 

martes, 15 de noviembre de 2011

Sangre caliente

El viernes tuve que viajar de forma urgente a Barcelona para resolver un asunto que ya pensaba, estaba resuelto: por enésima vez me habían seleccionado como presidenta de una mesa electoral (menuda cara de pardilla debo tener, casi todas las elecciones me toca). Guille, que llevaba toda la semana en casa, se iba a ocupar del tema. Pero lo del juzgado -las alegaciones para no se cumplir con la obligación de presidir una mesa electoral se presentan en los juzgados- se encabezonaron en que únicamente la persona aludida podía presentar la documentación. Indicarles que estaba en la otra punta de España no sirvió de nada. Así que a primera hora de la mañana metí una muda en una mochila y el libro electrónico, después de pillarme por internet el vuelo más económico (175.00 €, tasas incluidas, sólo ida) que salía de Málaga a Barcelona. El día 21 por la mañana tenía una cita en los juzgados de Málaga como perita de la parte demandada de una vivienda con problemas de humedades (hoy mismo me he enterado que han llegado a un acuerdo y que finalmente no se celebrará el juicio -qué suerte). No tengo que presidir la mesa electoral, ni tengo que presentarme de perita (Bien!!!). 

Pero rebobinemos... En la mochila eché el libro electrónico. Me estaba leyendo Los Sinsabores del Verdadero Policía, de Roberto Bolaño. Pero no me gusta viajar con libros de papel porque se terminan estropeando (aunque el que tengo es de pastas duras). El inicio del trayecto en autobús Granada - Aeropuerto de Málaga se lo llevó La Verdad Sobre el Caso del Señor Valdemar, de Poe, durante el resto del viaje, sobé (la indignación por la estulticia ajena, no me había dejado pegar ojo). Durante el vuelo no pude leer nada porque me tocó al lado una señora mayor con ganas de darle a la lengua (no la refrenó mis respuestas monosilábicas). Fue mientras esperaba que llegara a Guille en el aeropuerto de Barna cuando me topé con A Sangre Fría (ya lo había leído, cuando era una adolescente). Recordaba perfectamente la historia, pero no cómo estaba escrita. "En ese momento ni un alma oyó en el pueblo dormido... cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas". El libro me ha poseído desde entonces. Sólo las obligaciones me han impedido devorarlo hasta hoy. Lo acabo de terminar. Qué placer cuando ocurre esto: que durante un día completo sólo exista una historia ajena a la propia.... ahora salgo a correr y cuando vuelva, veré la película basada en este libro que, según cuentan, está bastante bien. 

viernes, 11 de noviembre de 2011

Cuento de invierno

En 1987 era obligatorio que todos los hombres mayores de edad, sanos y sin unos padres suficientemente influyentes, sirvieran a su patria durante un año. En 1987 Martín Camposanto tenía 20 años, y aunque hubiera podido pedir una prórroga por los estudios, la perspectiva de salir de casa con un padre que agonizaba y se moría día a día, con una madre depresiva y tres hermanos más pequeños capaces de recolgarse de su cuello hasta producirle la asfixia, era demasiado tentadora como para rechazarla. Pero Martín no contaba con las buenas intenciones de quienes se consideraban amigos de su padre. Debería haber servido en el Ejercito de Tierra, en Cerro Muriano (Córdoba) y terminó haciéndolo en el Ejército de Aire, a 100 metros de su casa y bajo la estricta mirada de sus vecinos. No habían podido, o querido, librarlo de la mili, pero sí cambiar su destino, algo que lamentó durante tres meses y cinco días (¿por qué no le habían preguntado antes de intervenir?). 

De los reclutas se ocupaba el Sargento Primera Bocanegra. Las familias Bocanegra y Camposanto siempre habían estado enfrentadas, y aunque estas rencillas entre familias vecinas se suelen perder en los anales de la historia, en este caso conocían con toda precisión cuándo y por qué se había producido. Día de Loreto, patrona del Ejército del Aire, Manuel Bocanegra, único hijo de la familia Bocanegra, cinco años; Martín, tres años. Carrera de triciclos. Cuando Manuel pasó por la meta tras Martín, se tuvo que enfrentar a un claro y sonoro "A tomar por culo". Aquellas palabras infantiles y miméticas fueron tomadas como una grave afrenta por el Sargento Primera Bocanegra, acusó a los padres de habérselas enseñado, y ofuscado por su frustración, incluso amenazó con denunciarlos y exigir que le quitaran la patria potestad de Martín. Noches de insomnio por miedos irracionales, temor a que cualquier juez pejiguero o error burocrático convirtiera en realidad la amenaza del sargento. No hubo perdón en décadas.

La enemistad había sido distante y civilizada, hasta que Martín quedó bajo las órdenes del Sargento Primera; en ese momento la palabra "putear" cobró significado. El único propósito que parecía tener el Sargento Primera durante las largas jornadas de adiestramiento a los reclutas, era fastidiar a Martín, o intentar que se agotara o hiriera. El mismo día que ocurrieron los acontecimientos que cambió la actitud del Sargento Primera, Martín se había propuesto darle un puñetazo en el estómago con la única intención de ser encerrado en el calabozo. 

Habían salido de maniobras. Aquel era el tercer día que llevaban pateando la montaña, jugando a ser soldados. Aunque Martín era el único que había hecho dos guardias seguidas, y a simple vista no lo pareciera por la cara de amargado que obligaba a contemplar a sus compañeros, podía afirmarse que sólo él había salido indemne de aquellos días: sin las dolorosas rozaduras de las botas, ni los sabañones por culpa del frío de diciembre, ni retortijones de estómago debido a una alimentación deficiente y mala. El rancho se reducía a una porquería untosa de color marrón que apestaba a medicina y cuya única cosa buena era el sabor: no tenía. 


Cualquier suboficial menos hijo de puta que el Sargento Primera Bocanegra, habría pedido diez kilómetros atrás un transporte para que los bajara hasta los barracones. Algunos estaban bastante tocados, como Toño Santamaría, más conocido por Moledecarne o Trozohamburguesa. El mal tiempo había hecho estragos en él, tal vez por tener más superficie que dañar. Sabañones hasta en la punta de la nariz, los pies destrozados por utilizar una botas del 48 cuando su talla era la 51 y una diarrea intermitente que le hacía correr fuera del camino cada vez con más frecuencia. Lo mismo hubiera dado que defecara en la posición que le pillaba el retortijón porque aquel terreno era pizarroso, de lascas disgregadas, donde ni siquiera germinaban los jaramagos en verano. Cuando ya divisaban a los lejos los edificios del Destacamento, todos pudieron escuchar la erupción que salía de las entrañas de Santamaría, pero nadie lo vio correr ni bajarse los pantalones. Seguía en la retaguardia del pelotón, con las piernas separadas y una expresión de aflicción en el rostro que delataba lo ocurrido. "Sargento, Santamaría se ha cagado en los pantalones", gritó alguien. Información superflua porque todos lo habían sabido en el mismo momento que se produjo el acto. 


Todos, menos el Sargento y Toño bajarían hasta el Destacamento, ellos dos iban a esperar a que Martín volviera a buscarlos con un Land Robert, en una caseta de vigilancia que sólo se ocupaba cuando llegaban los trenes cargados de armamento caducado para su destrucción y que estaba a pocos metros de donde ocurrió el accidente de Toño. El Sargento Primera le daba una hora a Martín, lo que significaba, en realidad, que lo iba a putear doblemente: por tener que regresar cuando los demás podrían ducharse, comer, entrar en calor, descansar... y por el castigo que le impondría: prácticamente imposible satisfacerlo, al menos si seguía el ritmo de los demás, pero a Martín aún le quedaban bastante fuerzas, y corrió, deslizándose como un patinador por el terreno pizarroso, saltó alambradas e ignoró el tortuoso zigzag del camino. Tres cuartos de hora más tarde, cuando comenzaban a caer copos de nieve tan gruesos como abejorros, que se estrellaban contra el parabrisas del todo terreno, Martín estaba plantado ante la ventana de la caseta de vigilancia, comprendiendo por qué las palabras de un niño había fastidiado tanto a un adulto. No delató su presencia. No dijo nada aún. Regresaron en silencio. Sólo cuando Bocanegra quiso que Martín lavara el todo terreno antes de marcharse al pabellón con el resto de sus compañeros, susurró: "Os he visto. Fastidiame una sola vez más y voy con el cuento a tu Manolito. Y consigue que él no me toque los huevos, o se va a enterar de la diversión de tu papi"


El resto de la mili fue mucho más cómoda para Martín. Nunca cumplió su amenaza. Ni siquiera cuando Manolo disparó con una escopetilla de plomos a la gata de Martín, dejándola tuerta. 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El rastro de los muertos

La inercia de estar vivos hace que cuando morimos, dejamos tras de nosotros un rastro que a veces tarda décadas en desaparecer. Marco Sinocelli este año ha hecho el 6º puesto en el campeonato de GP, aunque murió una carrera antes de concluirse. Mi madre, que siempre ha tenido mucha dificultad con los nombres y apellidos extranjeros, incluso con los nacionales (a mi padre siempre lo llamó por el apellido porque le resultaba complicado pronunciar su nombre) lo había rebautizado con el mote de "Escarola". Mi madre, que nunca se puso luto por mi padre, le estuvo llorando durante diez interminables años. Mis hermanos siempre la intentaron proteger y escondían o hacían desaparecer todo lo que lo recordara. A pesar de ello, siempre quedó rastro, hasta hoy día lo hay, y no solo por los libros y discos que heredé de él: las medallas, los diplomas de los ascensos, los títulos enmarcados de algunos cursos importantes que hizo... un cenicero de bronce del Real Madrid; incluso, para mi sorpresa, aún conservan una caja de zapatos llena de cartas que mi padre recibió de su madre (es extraño hurgar entre la correspondencia de dos personas ya muertas). Por un par de cartas nunca acabadas de escribir, sé que mi padre trataba de usted a mi abuela. Arcaico y rígido. Culpa, sin duda, del ambiente militar en el que se crió. Son tan secas y severas las cartas de mi abuela, que me pregunto cómo fue posible que mi padre nos demostrara ni siquiera un ápice de cariño. 


jueves, 3 de noviembre de 2011

Crisis, ¿qué crisis?

Tenía a un profesor que aseguraba que la macroeconomía era como la Tierra, como Gaia: tiene sistemas de defensa propios. Si los sueldos son muy elevados, la producción no es suficiente para garantizarlos, por lo que debe haber despidos para que las empresas tengan beneficios. Si hay despidos, hay más demanda de puestos de trabajo, lo que implica que haya una bajada de salarios (se regula sola). Ahora se está regulando el excedente de viviendas que había. No están bajando apenas los precios de las viviendas, pero sí se ha dejado de construir. Aunque nosotros somos afortunados y apenas nos estamos enterando, a mi alrededor es como si hubiera un cataclismo. Ayer mismo se suicidó uno de los constructores que suelen hacernos las viviendas en los pueblos de la provincia de Málaga. Apenas lo conocía, era del tipo de constructor que no pisa apenas las obras. Es tan lamentable que alguien se quite la vida sólo por dinero, que deje de existir por las deudas económicas, que a una la invade el desaliento y dan ganas de abandonarlo todo, porque, más tarde o temprano, seguro que se repite. 

Divagaciones (no sé cuántas)

Flores negras y azules, naturales, para los abuelos de Guille. 
El concierto de los JYJ no fue tan decepcionante al fin de cuentas... sólo es que estoy acostumbrada a conciertos más pacíficos... o más ruidosos). 
Raimon y Pere coleccionan parejas extrañas como amigos. La más extraña es una "pareja" de tres. Dos hermanos (hombre y mujer, catalanes) y un japonés. Ella está casada con el japonés (cosa de papeleo) pero ambos hermanos se comparten el amor (léase sexo) del japonés. Y llevan ya siete años. Guille y yo somos sus únicos amigos "normales".
Mal gusto en la fiesta de disfraces de Raimon y Pere. Un tío iba disfrazado de Marco Simoncelli, con el pelo tipo escarola, la señal de un neumático en el cuello, mono de moto y el casco remendado con cinta americana. 
Buen gusto en la fiesta de Raimon y Pere. Al japonés del trío, le habían escrito por todo el cuerpo poemas con una letra muy bonita. A todo aquel que le daba un beso, dependiendo de la "intensidad" del beso, le permitía leer un trozo de su cuerpo. Llevaba una túnica y se descubría la parte del cuerpo que se le antojaba. Por lo visto, eso de escribir en los cuerpos, es una clase de arte japonés. 
Ayer tuve dolor de cabeza durante todo el día, como si fuera resaca, pero sólo era por la ausencia de Guille. Percibir la ausencia de Guille es como una campana de Gauss invertida: cuando me separo de él el dolor es psicosomático, a lo largo de la semana se va mitigando, en una semana normal, el miércoles, casi ni noto que no está (por la carga de trabajo, la mayoría de las veces), pero el jueves y viernes aumenta, resulto patética durante el fin de semana si no viene. 
Ya hemos firmado el acta de inicio de las obras. Ahora es cuando comienza de verdad el trabajo.
Mi tía, la que vivía hasta hace poco con mi madre, nos regaña porque dice que mimamos demasiado a mi madre, que satisfacemos incluso sus caprichos más insensatos (y todo porque vine antes de lo previsto desde Barcelona para poner flores en el nicho de mi padre). Mi tía no comprende que simplemente tenemos pánico a que mi madre enferme de nuevo.

martes, 1 de noviembre de 2011

Nicho cerrado por ausencia del difunto

He tenido que volver esta noche desde Barcelona porque no había quién pudiera poner flores en el nicho de mi padre. Menudo disgusto tenía mi madre. Mi cuñada se había comprometido a hacerlo este año, pero ha cogido un resfriado que la ha dejado KO. Y mis hermanos son demasiado supersticiosos. No entrarán ni siquiera muertos en un cementerio (todos tenemos planeado la incineración). Así que tuve que volver precipitadamente desde Barcelona, antes de tiempo. Y lo peor es que el cuerpo de mi padre no está ahí. Lo tiene mi madre en su casa, en su dormitorio, sobre el sinfonier donde guarda las sábanas y ropa blanca. Cuando mi padre falleció en 1988 aún no había horno crematorio, sólo después de transcurrir 15 años, le permitieron sacar el cuerpo e incinerarlo, pero para entonces ya tenía comprado el nicho por 99 años, así que dejó la lápida (ahí meteremos a una de mis cuñadas que no quieren ser incineradas, es lo dice mi madre cuando se le pregunta por la permanencia de ese nicho sin uso). Entre tanto todos los años le ponemos (le pongo, en realidad) flores de tela y plástico, que, aunque las compro de buena calidad, terminan perdiendo el color a las pocas semanas y convirtiéndose en rastros patéticos de cariño pautado.

domingo, 30 de octubre de 2011

Empanada

Aaaaaaaah, me hago vieja. Estoy empanda y aún queda la mitad de mi fin de semana. 

La noche del viernes lo pasé muy bien en el concierto de Les Luthiers. La actuación se me pasó muy rápida, me pareció corta, aunque empezó a las nueve y terminó a las once, sin descanso. Incluso Guille se rió con algunas actuaciones (y eso que estaba triste porque ha fallecido uno de los chicos de la asociación de la que es voluntario). 

El vuelo normal. Ahora salen desde el aeropuerto de Málaga. 

Los JYJ impresionantes (ellos). Del concierto, mejor no hablar... bueno, sí. No estoy preparada para ir a conciertos de este tipo (me enfurecen). No comprendo a quienes van para, en lugar de escuchar las canciones, tirarse todo el rato gritando como si estuviera poseída (pobre Guille, creo que era uno de los 20 tíos que había, entre miles y miles de chicas). Veinte tíos, contando a los componentes del grupo y los bailarines. Los gritos no me dejaron escuchar nada, los barridos intentando cantar unas canciones cuya letra no conocían (sobre todo las que cantadas en coreano, cantaron algunas en inglés), no me dejaron escuchar nada, los consoladores con bombillitas rojas en su interior balanceados al aire, no me dejaron ver nada, las cámaras alzadas para gravar lo que ocurría en el escenario, no me dejaron ver nada, los teléfonos alzados para sacar fotos, no me dejaron ver nada... al final lo que pude ver, fue en la pantalla gigante, y lo que pude escuchar, sólo fueron gritos... en fin (supongo que me hago vieja... o estoy acostumbrada a ser más razonable con las cosas que me gustan). 

viernes, 28 de octubre de 2011

Chu-chuuuuuuuuuuuuu

Fin de semana intenso. Empieza esta tarde. A las 9:00 concierto de Les Luthier en el Palacio de Congresos de Granada. Mañana vuelo a Barcelona a las 12:00, por la noche, también a las 9:00 h, concierto de los JYJ en el Poble Espanyol. Domingo por la mañana, visita con mi suegra al cementerio de Castelldefels, donde están enterrados los abuelos maternos de Guille. Por la noche, fiesta de Halloween en la casa de Raimon (siempre monta una juergas tremendas). Lunes, resaca por la mañana y terminar una pericial para entregarla el miércoles. Martes, vuelta a Granada (cada vez son más breves las visitas a casa). 

jueves, 27 de octubre de 2011

Cuentos infantiles

Esta madrugada llovió torrencialmente y desde entonces no ha dejado de caer agua, aunque ahora lo hace de manera más apacible. En tardes como esta apetece, a partes iguales, permanecer en la casa ante un buen libro, o enfundarse en un chubasquero y salir a pasear, sentir el repiqueteo de la lluvia sobre la capucha que casi nos aísla del exterior.

En estas tardes, durante mi infancia, era cuando mis hermanos cebaban mis pesadillas sin saberlo. Inventaban cuentos para mí, aunque yo pensaban que eran verdad porque siempre cogían un elemento de la realidad. Eran capaces de detallar cómo el viento había arrancado de cuajo un árbol gigantesco y gemelo al que había delante de la puerta de mi casa, matando a la familia que dormía dentro. De los cuatro hijos, sólo había quedado viva la niña pequeña porque tenía la costumbre de dormir bajo la cama. También contaban cómo un soldado loco, con un cinturón de granadas, había convertido el lugar en una carnicería: carne picada a granel, la que ni siquiera podían despegar de las paredes porque las paredes también habían volado. Y mi preferida, la historia de los zombis, que en la supuesta realidad, eran enfermos de rabia, transmitida por los murciélagos que había en la cueva del cerro, donde se guardaban las armas caducadas a la espera de su destrucción. Cinco soldados enfermos habían enloquecido y atacaban a todo el que se le pusiera por delante. Estaban tan sedientos que atacan al primero que se le pusiera por delante para beberles las sangre después de morderles el cuello. Todas las historias tenían una atadura con la realidad: el socavón delante de la casa contigua, el pavimento de la antigua cantina perdido entre los árboles jóvenes que había cerca de mi casa, e incluso la historia de los zombis: un soldado había contagia a otro de hepatitis, el soldado contagiado, mordió al farmacéutico; lo culpaba de haber protegido en exceso al soldado enfermo originalmente. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

La soledad compartida

Algunos días ni siquiera intercambio una palabra con otra persona directamente. El trabajo me mantiene atada al ordenador y sólo salgo de madrugada para correr. Últimamente ni siquiera encuentro al señor pegajoso que aseguraba que le gustaban las chicas sudorosas. Cuando Guille o mi madre me llaman por teléfono, al principio mi voz suena rara, como si acabara de despertar, un poco ronca y seca. Pero, no me siento sola. Estoy en constante conexión con los estudios de Barcelona y Málaga. Es casi adictiva la presencia de otras personas en la red, respondiendo a dudas, dando sus opiniones o solicitando respuestas. Por la noche, cuando ya todos se han desconectado, cuando ni siquiera queda mi hermano o mi cuñada de Londres (allí es una hora menos y se acuestan más tarde que el resto) añoro la presencia de alguien. Antes me sobraba con los chats (solía entrar a los de la Cadena Ser) pero ahora ya no conozco a nadie y cuando vuelvo la gente me parece mucho menos interesante que antes. Es curioso lo mucho que cambiamos en poco tiempo.